El artista austríaco
Ferdinand Schirnböck (Digitalización colorizada de un grabado de
Rupert Franke, The Essay-Proof Journal, 1962) |
del sello
europeo________________________________________
Ferdinand Schirnböck es, en la línea del tiempo, el primer grabador realmente grande, por sellos y profusión, de la filatelia continental. Su influencia artística sobrepasó con gran amplitud las fronteras de Austria, donde muy principalmente y durante tres décadas, grabó sellos para muchos países del mundo, en una itinerancia genial que ni aún siquiera entonces fue novedosa, pero que Schirnböck roció con sus buriles de un aura de excelencia indiscutible.
Hoy nombrar el apellido de este grabador, es fulgurar en nuestra imaginación la ya mítica serie de Bosnia-Herzegovina diseñada por Koloman Moser y emitida en 1906, quizá
los primeros sellos europeos intencionada y decididamente artísticos, y en
cierto modo, y si queremos establecer una relación filatélica directa en todos
los sentidos, la réplica especulativa a los sellos colombinos que Estados
Unidos emitiera casi quince años antes (1893).
Ferdinand Schirnböck, además, es reconocido como el artista que dio boato filatélico al agonizante Imperio Austrohúngaro, y también como el gran iniciador del sello moderno austríaco a través del magisterio que impartió a los grabadores nacionales de las generaciones inmediatas, que enseguida continuarían con brillantez la senda de distinción trazada por el maestro.
Formación sólida y ánimo aventurero
Ferdinand Schirnböck nació el 27 de agosto de 1859 en Oberhollabrunn, hoy Hollabrunn, pequeña localidad de la Baja Austria al noroeste del país, cerca de Viena. Su familia tenía una gran tradición artesanal, y su padre murió de cólera cuando Ferdinand era todavía un niño.
Pese a las circunstancias familiares difíciles, el joven Schirnböck no perdió el tiempo y se fue a Viena a estudiar primero con Ferdinand Laufberger (1829-1881) en la entonces Escuela de Artes y Oficios del Museo de Comercio, y después y durante casi seis años, entre 1880 y 1886, asistió a las clases especiales de grabado que en la Academia de Bellas Artes de la capital austríaca impartían dos artistas alemanes de gran renombre, primero Louis Jacoby (1828-1918) y enseguida Johannes Sonnenleiter (1825-1907).
Ferdinand Schirnböck no pudo tener mejores maestros en los años críticos y decisivos de su formación, ya que ambos, Jacoby y Sonnenleiter, eran dos artistas con amplia experiencia y talento aún por encima de la condición de profesores. Louis Jacoby tenía un pasado cercano de viajero inquieto y contumaz, y hasta vivió durante casi diez años entre Francia, España e Italia, buscando inspiración y tratando de asimilar cuanto pudiera de la cultura ajena.
Louis Jacoby grabó un impresionante perfil de Franz Joseph I a finales de la década de los sesenta del siglo XIX, utilizado después en sellos fiscales y de telégrafo, así como en enteros postales y otros documentos oficiales.
Johannes Sonnenleiter sucedió como director del área de grabado en la Academia de Bellas Artes a Jacoby en 1882. Sonnenleiter, dotado de una técnica de grabado exquisita según las crónicas de la época, recreó a buril muchas pinturas clásicas y llegó a participar en el grabado de algunos billetes austríacos. En 1895, Sonnenleiter renunció al cargo de jefe en la Academia por una grave afección ocular.
Tal vez, por qué no, Louis Jacoby pudo insuflar en el ánimo del joven discípulo la necesidad y la conveniencia de cambiar de aires durante la juventud, cuando las fuerzas son vigorosas y los sueños están intactos.
Sea o como fuere, en el otoño de 1887 Schirnböck puso rumbo a Buenos Aires, donde fue contratado por la recién creada Compañía Sudamericana de Billetes de Banco, fundada en diciembre de 1887 por Federico Laass y Curt Stiller, asociados desde 1882. Allí estuvo el artista un lustro y grabó la mayoría de retratos y viñetas para los sellos argentinos emitidos durante esos años. No deja de ser una circunstancia curiosa que quien habría de ser considerado el mejor grabador europeo de sellos muy poco tiempo después, empezara su gran trayectoria en un punto tan alejado como Buenos Aires.
Mediante una gran inversión, la Compañía de Buenos Aires construyó un complejo muy moderno, a la manera de las grandes casas de grabado norteamericanas, con diversas estancias separadas y coordinadas para ofrecer productos de calidad, y hemos de suponer que Ferdinand Schirnböck se sintió en la capital argentina tan sorprendido como feliz. Baste un dato ofrecido por Nora Emma Matassi en un pequeño y detallado ensayo para certificar el nivel de profesionalidad y éxito de la Compañía bonaerense, y es que en muy poco tiempo llegó a tener 500 empleados.
El declive de la compañía dio comienzo en 1897, cuando la Casa de Moneda nacional se hizo en exclusiva con la producción de billetes, como diez años más tarde hizo con los sellos. Schirnböck, no obstante, se fue Buenos Aires en 1892, donde dejó una estela de grabador fino y confiable, y tras pasar unos meses del año siguiente en Lisboa, retornó a su tierra natal para no abandonarla ya nunca. En la Compañía argentina, Schirnböck tuvo como colega más apreciado al grabador suizo Wilhelm Gottfried Nüesch (1863-1926), que sí permaneció en Buenos Aires tras la marcha del artista austríaco y que incidió en los años venideros otros grandes sellos argentinos.
De vuelta a su país, Schirnböck se comprometió a finales de la última década del siglo XIX con el Banco Austrohúngaro (Österreichisch-Ungarischen Bank) y después con la casa de impresión estatal, la Staatsdruckerei vienesa. Y hasta que falleció en 1930, el artista grabó la mayoría de billetes y sellos austríacos, y también muchos circulantes para diversos países del mundo, sobre todo europeos, incluyendo sellos de Turquía y hasta de Rusia.
Ferdinand Schirnböck ya era muy conocido como artista al llegar de Lisboa, pero fue un extraordinario grabado terminado en 1896 lo que decidió al Banco nacional a contar con sus servicios. En este grabado en cobre, becado y por el que recibió incluso una felicitación sincera del emperador, Schirnböck recreó una pintura de Franz von Defregger (1835-1921), Presentación de los regalos imperiales a Andreas Hofer en el palacio de Hofburg en Innsbruck (1879), y admirando los detalles y la finura, se ve muy claramente la técnica excepcional del artista, comparable a los grandes maestros norteamericanos del momento y en la línea de la mejor tradición centroeuropea.
A diferencia de los sellos, que ambas monarquías emitían por separado, los billetes eran comunes tras la unión de 1867 de Austria y Hungría. Pese al claro predominio de autores austríacos, este gran billete de 1902 fue diseñado por el artista húngaro László Hegedűs (1870-1911).
Gustav Klimt (1862-1918), como Koloman Moser, también llegó a participar en el diseño de algunos billetes, y Ferdinand Schirnböck grabó, imaginamos que muy concernido y halagado, las viñetas.
Las osadías elegantes de Koloman Moser fueron muy respetadas en los sellos, pero en los billetes pocas veces sobrevivieron los proyectos a la respetabilidad árida exigida en los circulantes más escudriñados del Imperio. Este billete de 1910 es la excepción.
La serie consta en total de 19 sellos, aunque tres de ellos (los valores de 12, 60 y 72 h) se emitieron seis años después, en 1912. Dos años antes, en 1910, se emitieron asimismo los primeros 16 sellos con los marcos ampliados por la parte inferior, para dar cabida a las fechas 1830-1910, conmemorativas del ochenta cumpleaños del Emperador Franz Joseph I.
Kolo Moser desarrolló sus condiciones artísticas y sus intuiciones estéticas en las más variadas direcciones, desde carteles propagandísticos o ilustraciones de libros y revistas, hasta vitrales, cuadros y todo tipo de adornos que permitiesen la creatividad más libre y desaforada. El arte en la vida del día, cercano y útil, artístico y visible. Y esta insaciabilidad también abarcó, y como no podía ser de otro modo, a los ex libris y final, y afortunadamente, al entonces zoco artístico y comercial que empezaba a ser la filatelia.
Koloman Moser se encargaría del diseño de esta serie capital de 1906, mientras que Ferdinand Schirnböck, ya muy prestigioso y dominante entonces, grabaría en talla dulce todos los sellos. Los artistas tenían albedrío y nada podía salir mal. La obra lograda, sin embargo, superó todas las previsiones.
En cierta manera, es muy vaticinador y a la vez sintomático, no sólo que el art nouveau llegara a los sellos y a los billetes, de ordinario y hasta ese momento, muy estrictos y protocolarios en el diseño, sino que además recayera, en el caso de las emisiones postales autríacas, sobre unas instituciones y una personalidad que se intuían tan prontas a fenecer, y no sólo por la edad del viejo monarca.
Precisamente con objeto de celebrar el sesenta aniversario de la llegado al trono de Franz Joseph I (1848-1908), Koloman Moser y Ferdinand Schirnböck, al año siguiente de emitirse los sellos de Bosnia-Herzegovina, fueron llamados a confeccionar otra serie imperial y que, en términos filatélicos, simboliza como ninguna otra el momento cultural y político centroeuropeo de la época.
Por una parte y en el interior de estos sellos estaba la historia, y todavía el aliento moribundo en la figura estoica y entrañable del viejo emperador, y por otro lado, en los márgenes pero con una vitalidad exacerbada y audaz, se precipitaba, mediante una síntesis precisa y directa, el frenesí artístico e irrepetible de la Viena de principios del siglo pasado, puro desenfreno sólo moderado, pese a las estridencias, por unas crepitaciones clásicas aún necesarias.
Como complemento lujoso de esta serie de 1908, Moser y Schirnböck hicieron una estampa de mayor tamaño para un entero postal majestuoso, en concordancia plena con la emisión de los sellos. Schirnböck grabó a buril un espléndido retrato de casi cuerpo entero de Franz Joseph I en atuendo militar. Se realizó asimismo una versión especial, cambiando sólo las viñetas laterales por imágenes del Castillo de Karlštejn y una vista típica del Hradčany, para el territorio de Bohemia.
Seguramente Schirnböck acabó conociendo las facciones del viejo monarca mejor que las suyas propias, de tantas veces que grabó retratos de Franz Joseph I. Y además lo hizo en todos los modos posibles, de frente y de perfil, en escorzo hacia un lado u otro, de lejos y muy de cerca.
El éxito filatélico de las series de 1906 y 1908 que grabó Schirnböck, sin embargo, empujó a las autoridades postales rusas, y ahora ya de forma eficaz, a terminar con fortuna la tan proyectada emisión dedicada al zar. Se asignó un presupuesto considerable a tal efecto y varios artistas rusos concluyeron los diseños en 1910 y, tras el visto bueno de Nicolás II, sólo faltaba grabar los sellos e imprimirlos. Poco antes se había invitado a unirse a esta gran empresa a Fiódor Lundin y a Pericles S. Ksidias, grabadores nacionales solventes, y a quien se consideró el mejor grabador de sellos europeo en ese instante, Ferdinand Schirnböck, garantía de fiabilidad excelsa. Los diseños finalmente elegidos fueron obra de Iván Yákovlevich Bílibin (1876-1942), Yevgeny Y. Lansere (1875-1946) y Rihards Zariņš (letón, 1869-1939).
La similitud entre la serie rusa de 1913 y la austríaca de cinco años antes no puede ser más evidente. Una constó de 17 sellos y la otra de 16, y en ambas series predominaron los sellos impresos en tipografía, pero también en las dos se reservaron los sellos calcográficos para los valores faciales más altos. Una y otra serie, además, tienen el mismo discurso narrativo, que no es otro que el intento de revitalizar una monarquía pálida y desfalleciente. La serie de Rusia, no obstante ser más discreta que la austríaca al no estar de por medio Koloman Moser, nos depara sin embargo un pequeño y delicioso placer, aunque ninguno de los dos sellos los grabara Schirnböck: ver un mismo retrato incidido sobre casi igual espacio y con dos técnicas antagónicas, el grabado en relieve y el grabado en profundidad.
Sí que podemos ver la elocuente comparación anterior con Ferdinand Schirnböck, en sellos de Montenegro y aunque la impresión del sello tipográfico expuesto sea algo deficiente.
El zar Nicolás II era un gran aficionado filatélico, y cuando fue asesinado en julio de 1918 junto a su familia, llevaba consigo una carpeta llena de pruebas y proyectos de esta serie de 1913. Este conjunto muy preciado fue durante varias décadas subastado por medio mundo, hasta que hace unos años el Estado ruso, con buen criterio, consiguió recuperar la mayoría de esos documentos filatélicos e históricos tan valiosos.
Ferdinand Schirnböck, pues, es el fedatario filatélico indiscutible de aquellos años que los historiadores suelen fijar como críticos y decisivos en el devenir sangriento del siglo pasado.
Pero aquella gran tragedia venía fraguándose lenta y perezosamente durante las décadas anteriores, pese al tráfago cultural de Viena, contrapunto paradójico y luminoso. Fueron unos años que irónica y muy amargamente, mucho tiempo después y cuando Europa caminaba, entonces sí, hacia el infierno más infernal, Robert Musil, de la generación posterior a Schirnböck, resumió en unas palabras escritas por el narrador de El hombre sin atributos, que nombraba a la Austria Imperial y Real como Kakania,
Para Noruega, Schirnböck proporcionó un extraordinario grabado de la pintura de Oscar Wergeland, La Asamblea Constituyente reunida en Eidsvoll en 1814, emitido en tres valores en 1914 y que supusieron los primeros sellos impresos en calcografía por este país nórdico.
Iniciada la I Guerra Mundial, Ferdinand Schirnböck grabó en Viena varios sellos de mérito junto a Koloman Moser, aparte de los que realizó para otros países.
En todas las notas biográficas de Schirnböck, por pequeñas que sean, se cuenta que siendo joven perdió la visión de un ojo en un accidente. Nos es imposible asegurar si la pérdida fue total o parcial, ni cuándo exactamente sucedió el percance, pero todo hace indicar que fue una desgracia cierta, circunstancia que ensalza aún más si cabe su genio y su temperamento.
La Gran Duquesa Marie Adélaïde tiene dos sellos espléndidos de entre los emitidos por Luxemburgo, inspirados ambos en fotografías muy similares de 1912. Estos sellos fueron grabados por dos artistas de excepción, Ferdinand Schirnböck en 1914 y Samuel Louis Hartz en 1939.
Marie Adélaïde, delicada y tenue en estos sellos, tuvo una vida extraña y fugaz, casi tan desconcertante como su belleza ruborosa y aprensiva. A pocos meses de cumplir 18 años, fue proclamada Gran Duquesa de Luxemburgo a la muerte de su padre en 1912. Siete años más tarde, Marie Adélaïde renunció al Ducado, viajó por Europa y terminó enclaustrándose en un convento de Italia, donde murió apenas cuatro años después, con sólo 29 años.
Con Wilhelm Dachauer (1881-1951), otro de los diseñadores más relevantes de la filatelia austríaca, no grabó Ferdinand Schirnböck tantos sellos como con Moser y Junk, pero sí que tiene algunos muy señalados, e incluso un billete primoroso con fecha facial de 1927.
Como Alemania volviera a Goethe en varios sellos tras la hecatombe nazi, Austria miraba ahora a sus grandes compositores. Los sellos son pequeños espejos de la historia en curso, y Schirnböck esculpió en ellos la realidad circundante, pero también el anhelo y el consuelo.
No fue por causa de la guerra, pero en 1918 murió tras una enfermedad letal Koloman Moser. Sólo tenía 50 años y estaba en plenitud artística y personal. Esta fatalidad, además, impidió más sellos de Moser emitidos por Austria después de la guerra. ¿O tal vez no? Quién sabe, quizá el amanecer sombrío que sucedió a la muerte del viejo mundo, acaso tampoco era el espacio más propicio para las jovialidades afables de Moser.
Ferdinand Schirnböck grabó en sellos diseños de varios artistas en esos años veinte, republicanos y sin embargo tétricos, pero sin duda los más destacados son los propuestos por Rudolf Junk, con quien ya había formado pareja alguna vez estando en activo Koloman Moser.
Tanto la serie de los compositores del año anterior, como los 9 sellos de esta de las vistas y arquitecturas de localidades austríacas, fueron vendidas con sobrecoste para ayudar a algunos colectivos de artistas nacionales.
Además de colega en la creación de sellos y billetes, Rudolf Junk fue amigo personal de Ferdinand Schirnböck, y aparte de algún artículo de revista en vida, cuando el artista falleció inesperadamente en 1930 escribió una nota necrológica muy afectuosa en la que se despedía de «der altmeister», el viejo maestro del grabado austríaco.
Uno de los buenos momentos de Ferdinand Schirnböck en estos sus últimos años de vida, fue la acentuación de su amistad con el artista checoslovaco Max Švabinský. Ambos llegaron incluso a realizar juntos un billete soberbio.
Es un tópico decir que Ferdinand Schirnböck es el fundador del estilo de grabado austríaco en los sellos, y esto es cierto, a condición de tener en cuenta que el estilo del artista consistió en no tener ningún estilo.
Ferdinand Schirnböck murió de repente el 16 de septiembre de 1930 en Perchtoldsdorf, recién cumplidos 71 años, y en las semanas anteriores continuaba su gran y maravillosa obra. Y aún tres años después de su muerte en los sellos, y luego todavía en algún billete, se emitieron grabados inéditos del artista.
El Vaticano emitió una serie de vistas en 1933 con algunas viñetas grabadas por Schirnböck en esas semanas postreras, y pese a las dudas, es lógico pensar que Enrico Federici sólo grabó marcos y letras en los sellos emitidos que llevan la rúbrica del artista austríaco.
Son estos sellos, en cualquier caso, sólo una muy pequeña parte del legado filatélico de quien es sin duda el gran patriarca del sello artístico europeo.
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La mayoría de textos referentes a
la serie de Bosnia-Herzegovina de 1906, así como el par de párrafos del sello
de Marie Adélaïde (Luxemburgo, 1914), los escribí
primero en el Foro Ágora de Filatelia (ramon1843, Los sellos más bonitos del
mundo)
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Ferdinand Schirnböck, además, es reconocido como el artista que dio boato filatélico al agonizante Imperio Austrohúngaro, y también como el gran iniciador del sello moderno austríaco a través del magisterio que impartió a los grabadores nacionales de las generaciones inmediatas, que enseguida continuarían con brillantez la senda de distinción trazada por el maestro.
Formación sólida y ánimo aventurero
Ferdinand Schirnböck nació el 27 de agosto de 1859 en Oberhollabrunn, hoy Hollabrunn, pequeña localidad de la Baja Austria al noroeste del país, cerca de Viena. Su familia tenía una gran tradición artesanal, y su padre murió de cólera cuando Ferdinand era todavía un niño.
Pese a las circunstancias familiares difíciles, el joven Schirnböck no perdió el tiempo y se fue a Viena a estudiar primero con Ferdinand Laufberger (1829-1881) en la entonces Escuela de Artes y Oficios del Museo de Comercio, y después y durante casi seis años, entre 1880 y 1886, asistió a las clases especiales de grabado que en la Academia de Bellas Artes de la capital austríaca impartían dos artistas alemanes de gran renombre, primero Louis Jacoby (1828-1918) y enseguida Johannes Sonnenleiter (1825-1907).
Estudio de Schirnböck en Perchtoldsdorf, muy cerca de Viena y donde el artista se estableció en sus mejores años de grabador en la Staatsdruckerei, en una acuarela de Carl Müller de 1931. A la derecha, vista Perchtoldsdorf en una tarjeta postal de principios de los años veinte del siglo pasado
Ferdinand Schirnböck no pudo tener mejores maestros en los años críticos y decisivos de su formación, ya que ambos, Jacoby y Sonnenleiter, eran dos artistas con amplia experiencia y talento aún por encima de la condición de profesores. Louis Jacoby tenía un pasado cercano de viajero inquieto y contumaz, y hasta vivió durante casi diez años entre Francia, España e Italia, buscando inspiración y tratando de asimilar cuanto pudiera de la cultura ajena.
Louis Jacoby grabó un impresionante perfil de Franz Joseph I a finales de la década de los sesenta del siglo XIX, utilizado después en sellos fiscales y de telégrafo, así como en enteros postales y otros documentos oficiales.
A la izquierda, Louis Jacoby,
maestro de Schirnböck, retratado por Ludwig Michalek en 1882. Y a la
derecha, sello austríaco de telégrafo de 1873, cuyo perfil de Franz
Joseph I grabó en talla dulce Louis Jacoby unos años antes, en 1868; impresión en calcografía
Johannes Sonnenleiter sucedió como director del área de grabado en la Academia de Bellas Artes a Jacoby en 1882. Sonnenleiter, dotado de una técnica de grabado exquisita según las crónicas de la época, recreó a buril muchas pinturas clásicas y llegó a participar en el grabado de algunos billetes austríacos. En 1895, Sonnenleiter renunció al cargo de jefe en la Academia por una grave afección ocular.
Como Jacoby, Johannes Sonnenleiter fue un grabador egregio del que incluso el Rijksmuseum de Amsterdam guarda copias de algunas obras. Pintura de Rubens, Bóreas rapta a Oritía (1620, óleo sobre tabla, 146 x 140 cm), grabada por Sonnenleiter en Viena, 31.4 x 28.5 cm
Tal vez, por qué no, Louis Jacoby pudo insuflar en el ánimo del joven discípulo la necesidad y la conveniencia de cambiar de aires durante la juventud, cuando las fuerzas son vigorosas y los sueños están intactos.
Sea o como fuere, en el otoño de 1887 Schirnböck puso rumbo a Buenos Aires, donde fue contratado por la recién creada Compañía Sudamericana de Billetes de Banco, fundada en diciembre de 1887 por Federico Laass y Curt Stiller, asociados desde 1882. Allí estuvo el artista un lustro y grabó la mayoría de retratos y viñetas para los sellos argentinos emitidos durante esos años. No deja de ser una circunstancia curiosa que quien habría de ser considerado el mejor grabador europeo de sellos muy poco tiempo después, empezara su gran trayectoria en un punto tan alejado como Buenos Aires.
Mediante una gran inversión, la Compañía de Buenos Aires construyó un complejo muy moderno, a la manera de las grandes casas de grabado norteamericanas, con diversas estancias separadas y coordinadas para ofrecer productos de calidad, y hemos de suponer que Ferdinand Schirnböck se sintió en la capital argentina tan sorprendido como feliz. Baste un dato ofrecido por Nora Emma Matassi en un pequeño y detallado ensayo para certificar el nivel de profesionalidad y éxito de la Compañía bonaerense, y es que en muy poco tiempo llegó a tener 500 empleados.
Algunos
de los primeros sellos cuyos retratos grabó Ferdinand Schirnböck nada más
llegar a Buenos Aires, emitidos por Argentina en 1888, Urquiza (½ centavo) y
Sarmiento (6c); calcografía. A la derecha, prueba de color sin dentar con el
magnífico retrato del General San Martín grabado por Schirnböck para el sello
emitido por Argentina en 1891, originariamente en azul; calcografía. Datos de asignación procedentes de la revista The Essay Proof Journal (Vol. 19 No. 3, 1962), e imagen del sello de Urquiza procedente del blog bigblue1840-1940.blogspot.com
El declive de la compañía dio comienzo en 1897, cuando la Casa de Moneda nacional se hizo en exclusiva con la producción de billetes, como diez años más tarde hizo con los sellos. Schirnböck, no obstante, se fue Buenos Aires en 1892, donde dejó una estela de grabador fino y confiable, y tras pasar unos meses del año siguiente en Lisboa, retornó a su tierra natal para no abandonarla ya nunca. En la Compañía argentina, Schirnböck tuvo como colega más apreciado al grabador suizo Wilhelm Gottfried Nüesch (1863-1926), que sí permaneció en Buenos Aires tras la marcha del artista austríaco y que incidió en los años venideros otros grandes sellos argentinos.
Pequeño retrato del artista realizado a buril por uno de sus alumnos,
Rudolf Zenziger (1891-1978), también grabador muy relevante de sellos y billetes
austríacos desde mitad de los años veinte y hasta finales de la década de los
años cuarenta. A la derecha, dos sellos emitidos por Argentina en 1891 cuyos
retratos de Gregorio Aráoz de Lamadrid y Guillermo Brown grabó Ferdinand
Schirnböck; calcografía. Datos de asignación procedentes de la revista The Essay Proof Journal (Vol. 19 No. 3, 1962)
De vuelta a su país, Schirnböck se comprometió a finales de la última década del siglo XIX con el Banco Austrohúngaro (Österreichisch-Ungarischen Bank) y después con la casa de impresión estatal, la Staatsdruckerei vienesa. Y hasta que falleció en 1930, el artista grabó la mayoría de billetes y sellos austríacos, y también muchos circulantes para diversos países del mundo, sobre todo europeos, incluyendo sellos de Turquía y hasta de Rusia.
Ferdinand Schirnböck ya era muy conocido como artista al llegar de Lisboa, pero fue un extraordinario grabado terminado en 1896 lo que decidió al Banco nacional a contar con sus servicios. En este grabado en cobre, becado y por el que recibió incluso una felicitación sincera del emperador, Schirnböck recreó una pintura de Franz von Defregger (1835-1921), Presentación de los regalos imperiales a Andreas Hofer en el palacio de Hofburg en Innsbruck (1879), y admirando los detalles y la finura, se ve muy claramente la técnica excepcional del artista, comparable a los grandes maestros norteamericanos del momento y en la línea de la mejor tradición centroeuropea.
Uno de los primeros billetes austrohúngaros (1900) cuyas viñetas grabó
Ferdinand Schirnböck; anverso en lengua alemana y reverso en húngaro. Billete
diseñado por Rudolf Rössler (1864-1934)
A diferencia de los sellos, que ambas monarquías emitían por separado, los billetes eran comunes tras la unión de 1867 de Austria y Hungría. Pese al claro predominio de autores austríacos, este gran billete de 1902 fue diseñado por el artista húngaro László Hegedűs (1870-1911).
No era lo más habitual, pero en este billete de 1902 diseñado por László
Hegedűs, las alegorías del
anverso y el reverso fueron diferentes, todas grabadas magistralmente por
Ferdinand Schirnböck. Imágenes procedentes de numista.com
Gustav Klimt (1862-1918), como Koloman Moser, también llegó a participar en el diseño de algunos billetes, y Ferdinand Schirnböck grabó, imaginamos que muy concernido y halagado, las viñetas.
A
la izquierda, billete de 1902 diseñado entre Gustav Klimt y Rudolf Rössler,
grabando las viñetas Ferdinand Schirnböck. A la derecha, billete austrohúngaro
de 1912 cuyo retrato grabó Schirnböck, tras el diseño de Josef Pfeiffer
(1864-1915). Imágenes procedentes de numista.com
Las osadías elegantes de Koloman Moser fueron muy respetadas en los sellos, pero en los billetes pocas veces sobrevivieron los proyectos a la respetabilidad árida exigida en los circulantes más escudriñados del Imperio. Este billete de 1910 es la excepción.
Billete austríaco de 1910 para el que Ferdinand Schirnböck grabó la viñeta
presentada por Koloman Moser, a la derecha. Imagen del billete procedente de numista.com
La series
imperiales de 1906 y 1908
Si ahora mismo se hiciera una encuesta en el mundo sobre cuál
es la serie filatélica más bonita del siglo XX, quizá esta de Bosnia-Herzegovina
de 1906 ocuparía, muy posiblemente, el primer lugar. Tal es su fama artística
entre los coleccionistas de sellos, sin otras connotaciones que no sean su desnuda
y franca belleza filatélica.
Y es que estos sellos lo
tienen todo. Un diseño modernista en los marcos, con una gran variedad de
motivos creados libre y fantasiosamente por Koloman Moser, y un grabado clásico
y acendrado de las viñetas por parte de Ferdinand Schirnböck.
Bosnia-Herzegovina, 1906; Vistas y escenas del país. Doboj y Mostar.
Sellos
diseñados por Koloman Moser y grabados por Ferdinand Schirnböck. Calcografía
La serie consta en total de 19 sellos, aunque tres de ellos (los valores de 12, 60 y 72 h) se emitieron seis años después, en 1912. Dos años antes, en 1910, se emitieron asimismo los primeros 16 sellos con los marcos ampliados por la parte inferior, para dar cabida a las fechas 1830-1910, conmemorativas del ochenta cumpleaños del Emperador Franz Joseph I.
Bosnia-Herzegovina, 1906; Vistas y escenas del país. Jajce y las
montañas de Prenj. Sellos diseñados por Koloman Moser y grabados por Ferdinand
Schirnböck. Impresión en calcografía
Koloman Moser nació en Viena el 30 de marzo de 1868, y su
nombre es todavía en la actualidad, tanto como lo fue hace un siglo, sinónimo
de la mejor y más atrevida vanguardia centroeuropea. Estudiante primero en la Academia
de Viena, y después profesor en la Kunstgewerbeschule, a principios del siglo
pasado fue un actor destacado de la llamada Secesión vienesa, un movimiento
artístico surgido en la capital del entonces todavía ascendente Imperio y del
que formó parte, entre otros, Gustav Klimt.
Bosnia-Herzegovina, 1906; Vistas y escenas del país. Zona escarpada
de Rama y río Vrbas. Sellos diseñados por Koloman Moser y grabados por Ferdinand
Schirnböck. Calcografía
Kolo Moser desarrolló sus condiciones artísticas y sus intuiciones estéticas en las más variadas direcciones, desde carteles propagandísticos o ilustraciones de libros y revistas, hasta vitrales, cuadros y todo tipo de adornos que permitiesen la creatividad más libre y desaforada. El arte en la vida del día, cercano y útil, artístico y visible. Y esta insaciabilidad también abarcó, y como no podía ser de otro modo, a los ex libris y final, y afortunadamente, al entonces zoco artístico y comercial que empezaba a ser la filatelia.
Bosnia-Herzegovina, 1906; Vistas y escenas del país. Vista del viejo
puente de Mostar y mezquita de Gazi-Husrevbey, en Sarajevo. Sellos
diseñados por Koloman Moser y grabados por Ferdinand Schirnböck. Impresión en calcografía
Fue durante 1905, el año en que abandonaba definitivamente
la revolucionaria Sezessionsstil, cuando Moser aceptó el encargo de la
Administración postal austríaca de confeccionar una gran serie de sellos para
la región de Bosnia-Herzegovina, sólo tutelada en ese momento y pronto
anexionada (1908) por el Imperio.
Un año antes de ese compromiso, en 1904, Kolo Moser ya había
colaborado con el correo austríaco en la decoración ornamental y tipográfica de
una publicación conmemorativa del centenario de la Staatsdruckerei, y también y
aún anteriormente, esbozó sus primeros diseños de billetes para el Banco
nacional.
A la izquierda,
autorretrato de Koloman Moser, artista que llevó su imaginación y su arte a los
sellos; 1910, óleo sobre lienzo. En el centro, una gran viñeta calcográfica
diseñada por Moser y grabada por Ferdinand Schirnböck para honrar la Exposición
Internacional Filatélica de Viena en 1911; viñeta emitida en varios colores. Y a la derecha, el mejor sello que
Austria ha dedicado a Moser, diseñado y grabado por dos artistas filatélicos de
excepción, Otto Stefferl y Rudolf Toth respectivamente; año 1968, impresión
mixta en calcografía y huecograbado. En 2008, Adolf Tuma utilizó en su diseño el autorretrato expuesto para otro sello austríaco que recordó a Moser
Koloman Moser se encargaría del diseño de esta serie capital de 1906, mientras que Ferdinand Schirnböck, ya muy prestigioso y dominante entonces, grabaría en talla dulce todos los sellos. Los artistas tenían albedrío y nada podía salir mal. La obra lograda, sin embargo, superó todas las previsiones.
Bosnia-Herzegovina, 1906; Vistas y escenas del país. Cartero rural
con mula y Jezero, en la región de Banja Luka. Sellos diseñados por Koloman Moser y
grabados por Ferdinand Schirnböck. Impresión en calcografía
En algunos de los sellos de la serie hay imágenes muy entrañables,
así por ejemplo, en el grabado del cartero rural con la mula que transporta el
correo (30h), sobre estas líneas.
Bosnia-Herzegovina, 1906; Vistas y escenas del país. Coche correo
tirado por caballos y bazar en Sarajevo. Sellos diseñados por Koloman Moser y
grabados por Ferdinand Schirnböck. Impresión en calcografía
Se ha hablado mucho, no sólo del carácter plenamente filatélico
de la emisión, sino también de su sentido político. Hemos de recordar que la
administración de Bosnia-Herzegovina fue asignada a Viena en la
Conferencia de Berlín de 1878, pero, en términos cabalmente políticos, aún en
1906 Austria no tenía sobre estos territorios una soberanía total. De ahí que
en el facial de los sellos, escrito en la lengua real del Imperio, el alemán, se
haya querido ver un deseo incontenible de tomar posesión de una vez de estos
territorios tan emblemáticos.
Bosnia-Herzegovina, 1906; Vistas y escenas del país. Coche correo y
mercado de Carsija. Sellos diseñados por Koloman Moser y grabados por Ferdinand
Schirnböck. Impresión en calcografía
La anexión definitiva de Bosnia-Herzegovina al Imperio
Austrohúngaro llegaría sólo dos años después, en 1908, y perduró hasta la disolución
del Imperio después de la Primera Guerra Mundial, en 1918, año también del
fallecimiento de uno de los creadores de esta serie monumental, Koloman Moser.
Bosnia-Herzegovina, 1906 y 1912; Vistas y
escenas del país. Campanario de Jajce y una vista de esta localidad. Sellos
diseñados por Koloman Moser y grabados por Ferdinand Schirnböck. Impresión en calcografía
Todos los sellos de la serie presentan un atractivo geométrico
tan estrepitoso en su vigor expresivo, como sin embargo delicado y conciso en su
estructura general, que no obstante y en el interior de los marcos, alienta el desarrollo
pleno de las elucubraciones modernistas de Koloman Moser.
Bosnia-Herzegovina, 1912; Estampa idílica y bella de Konjica y
una imagen panorámica de Vishegrad. Sellos diseñados por Koloman Moser y
grabados por Ferdinand Schirnböck. Impresión en calcografía
El sello con mayor valor nominal de la serie es el dedicado al
Emperador, para mayor gloria filatélica de este soberano eterno, esposo, además
y por si fuera poco, de Isabel de Baviera (1837-1898), la soñada Sisi. Y
este es un retrato portentoso de Ferdinand Schirnböck, que con ser varias las veces que
grabó a Franz Joseph I, quizá nunca superó esta cima, sin duda uno de los
grandes sellos del mundo.
Bosnia-Herzegovina, 1906; Emperador Franz Joseph I. Sello diseñado
por Koloman Moser y grabado por Ferdinand Schirnböck; impresión en calcografía. A la derecha,
fotografía específica del Emperador utilizada en el diseño de este sello y que graba
finamente a buril Schirnböck
No se dio la ocasión de que Schirnböck grabara a Isabel de
Baviera en un sello austríaco oficial, pero sí que lo hizo, en relieve, para
una viñeta de caridad diseñada por Joseph Urban (1872-1933) e impresa en
tipografía.
Ferdinand Schirnböck grabó en relieve a Sisi, Isabel de Baviera, para esta viñeta de
ayuda a los niños con tuberculosis realizada en 1908, con diseño de Joseph Urban utilizando la fotografía adjunta
de 1867, tomada muy pocos meses antes de su coronación como reina consorte de
Hungría
En cierta manera, es muy vaticinador y a la vez sintomático, no sólo que el art nouveau llegara a los sellos y a los billetes, de ordinario y hasta ese momento, muy estrictos y protocolarios en el diseño, sino que además recayera, en el caso de las emisiones postales autríacas, sobre unas instituciones y una personalidad que se intuían tan prontas a fenecer, y no sólo por la edad del viejo monarca.
Imperio Real Austríaco, 1908; 60 Aniversario del acceso al trono austríaco
de Franz Joseph I. Carlos VI del Sacro Imperio Romano Germánico y María Teresa
I de Austria. Sellos diseñados por
Koloman Moser, de quien a la derecha se muestra uno de los diseños originales (imagen procedente de leopoldmuseum.org), y grabados por Ferdinand Schirnböck. Impresión en tipografía. Imágenes de los sellos procedentes del foro forum.bund-forum.de, donde las mostró el usuario Markenfreund49
Precisamente con objeto de celebrar el sesenta aniversario de la llegado al trono de Franz Joseph I (1848-1908), Koloman Moser y Ferdinand Schirnböck, al año siguiente de emitirse los sellos de Bosnia-Herzegovina, fueron llamados a confeccionar otra serie imperial y que, en términos filatélicos, simboliza como ninguna otra el momento cultural y político centroeuropeo de la época.
Imperio Real Austríaco, 1908; 60 Aniversario del acceso al trono austríaco
de Franz Joseph I. José II y Leopoldo II, del Sacro Imperio Romano Germánico.
Sellos diseñados por Koloman Moser y grabados por Ferdinand Schirnböck.
Impresión en tipografía. Imágenes de los sellos procedentes del foro forum.bund-forum.de, donde las mostró el usuario Markenfreund49. A la derecha sobre este pie de imágenes, una obra extrafilatética de Schirnböck, Retrato de un joven agricultor; tiza sobre cartulina, 28 x 21 cm
Por una parte y en el interior de estos sellos estaba la historia, y todavía el aliento moribundo en la figura estoica y entrañable del viejo emperador, y por otro lado, en los márgenes pero con una vitalidad exacerbada y audaz, se precipitaba, mediante una síntesis precisa y directa, el frenesí artístico e irrepetible de la Viena de principios del siglo pasado, puro desenfreno sólo moderado, pese a las estridencias, por unas crepitaciones clásicas aún necesarias.
Imperio Real Austríaco, 1908; 60 Aniversario del acceso al trono austríaco
de Franz Joseph I. Francisco I y Fernando I de Austria. Sellos diseñados por
Koloman Moser y grabados por Ferdinand Schirnböck. Impresión en tipografía. A la izquierda, diseño original de Moser para el sello de Francisco I (imagen procedente de leopoldmuseum.org). Imágenes de los sellos procedentes del foro forum.bund-forum.de
La serie constó de un total de 18 sellos, emitiéndose tres
valores diferentes del sello tipográfico con el perfil de Franz Joseph I, un
retrato de Schirnböck que se utilizó posteriormente en otras emisiones. Los 7
sellos con mayor valor nominal fueron grabados en talla dulce por Schirnböck e
impresos en calcografía. En 1910, sobreañadiendo sendos paneles con las fechas correctas
en las partes superior e inferior, se volvió a emitir la serie, entonces para
celebrar el 80 cumpleaños del emperador.
Imperio Real Austríaco, 1908; 60 Aniversario del acceso al trono austríaco
de Franz Joseph I. El Emperador Franz Joseph I en tres épocas diferentes de su
vida; el sello de la derecha fue emitido en 3 valores distintos. Sellos
diseñados por Koloman Moser y grabados por Ferdinand Schirnböck. Impresión en
tipografía. Imágenes de los sellos procedentes del foro forum.bund-forum.de, donde las mostró el usuario Markenfreund49
Además de su técnica depurada en el grabado en talla dulce,
Ferdinand Schirnböck era un maestro infalible en el grabado en relieve, y buena
parte de sus sellos fueron impresos en tipografía. Su fama en el grabado en
relieve fue enseguida proverbial, y hasta John A. C. Harrison en Londres,
cuando hubo de confeccionar así los sellos de Jorge V emitidos en 1911, dirigió
la mirada hacia el maestro austríaco, inalcanzable en esta faceta.
Imperio Real Austríaco, 1908; 60 Aniversario del acceso al trono austríaco
de Franz Joseph I. El Emperador Franz Joseph I en diferentes facetas de su vida
actual. Sellos diseñados por Koloman Moser y grabados por Ferdinand Schirnböck.
Impresión en calcografía. Imágenes de los sellos procedentes del foro forum.bund-forum.de, donde las mostró el usuario Markenfreund49. A la derecha, uno de los diseños originales del artista Koloman Moser (imagen procedente de la página leopoldmuseum.org), apenas modificado antes del grabado de Ferdinand Schirnböck
Sólo en dos de los sellos de la serie no hay personalidades,
ambos impresos en calcografía. Schirnböck no tenía puntos débiles en los temas
a grabar, y fueran retratos, paisajes o arquitecturas, el artista siempre llegaba sin dificultades a la ejemplaridad sencilla y justa.
Imperio Real Austríaco, 1908; 60 Aniversario del acceso al trono austríaco
de Franz Joseph I. Palacio de Schönbrunn (Viena) y Palacio Imperial de Hofburg
(Viena). Sellos diseñados por Koloman Moser y grabados por Ferdinand
Schirnböck. Impresión en calcografía. Imágenes de los sellos procedentes del foro forum.bund-forum.de, donde las mostró el usuario Markenfreund49
Y qué duda cabe, y como no podía ser de otro modo, el gran
sello de la serie es el de mayor valor facial, y todavía en la actualidad de
difícil adquisición para la mayoría de coleccionistas. Este es un sello
grandioso. Quizá el retrato no supera el de la serie de Bosnia-Herzegovina de 1906, pero el sello en su
conjunto es extraordinario. Se puede considerar que en este sello el equilibrio
entre el diseño y el grabado es perfecto y superior. Koloman Moser compone una
inspiración de ensueño y Ferdinand Schirnböck, violinista sensible, graba
sutilmente esa música vertiginosa y alegre.
Imperio Real Austríaco, 1908; 60 Aniversario del acceso al trono austríaco
de Franz Joseph I. El Emperador Franz Joseph I. Sello diseñado por Koloman
Moser y grabado por Ferdinand Schirnböck; impresión en calcografía. A la
izquierda, imagen del diseño original y casi definitivo de Koloman Moser, realizado con
tinta y gouache
Como complemento lujoso de esta serie de 1908, Moser y Schirnböck hicieron una estampa de mayor tamaño para un entero postal majestuoso, en concordancia plena con la emisión de los sellos. Schirnböck grabó a buril un espléndido retrato de casi cuerpo entero de Franz Joseph I en atuendo militar. Se realizó asimismo una versión especial, cambiando sólo las viñetas laterales por imágenes del Castillo de Karlštejn y una vista típica del Hradčany, para el territorio de Bohemia.
Ilustración para una tarjeta especial de correspondencia (1908) diseñada
por Koloman Moser, a la izquierda (imagen procedente de leopoldmuseum.org), y grabada por Ferdinand Schirnböck, que
incidió un imponente retrato de Franz Joseph I
Seguramente Schirnböck acabó conociendo las facciones del viejo monarca mejor que las suyas propias, de tantas veces que grabó retratos de Franz Joseph I. Y además lo hizo en todos los modos posibles, de frente y de perfil, en escorzo hacia un lado u otro, de lejos y muy de cerca.
Prueba final del grabado para la tarjeta especial de 1908 con el retrato de Franz Joseph I, versión para Bohemia, firmada por sus autores, Ferdinand Schirnböck y Koloman
Moser
Y por supuesto los retratos del emperador austríaco los
ejecutó Schirnböck, ora en relieve, ora en hueco, con idéntica maestría y
perfección. La mayoría de estos grabados fueron utilizados en emisiones
sucesivas, con modificaciones de marcos y faciales cuando era preciso.
Bosnia-Herzegovina, 1912; Correo de Campaña; Emperador Franz Joseph I. Dos
grandes retratos del emperador diseñados por Koloman Moser y grabados en talla
dulce por Ferdinand Schirnböck, emitidos en diversos valores y en los años
siguientes, aún con otros marcos; calcografía. Imágenes de los sellos procedentes del foro forum.bund-forum.de, donde las mostró el usuario Meinhard
El duque
en sus dominios
Esta evocación literal del título con que Truman Capote
rotulara uno de sus más alabados retratos, no es una transposición exagerada
para certificar la autoridad artística que, en el plano filatélico, consolidó Ferdinand Schirnböck en toda Europa tras las series de 1906 y 1908.
Y tanto fue así, que no hay más que contar unos pocos detalles
de la génesis de la serie de la dinastía Románov que emitió Rusia en enero de
1913. Desde diez años antes, las autoridades postales rusas estaban atareadas
en emitir unos sellos con el retrato de al menos Nicolás II, de los que han
sobrevivido varios ensayos grabados por el artista francés Louis-Eugène Mouchon (1843-1914),
y unas veces por los acontecimientos sobrevenidos, así la guerra contra Japón o
las revueltas interiores, en otras ocasiones por la falta de decisión o de
oportunidad, lo cierto es que el tiempo pasaba y los proyectos se abandonaban
uno tras otro.
En el centro, sello tipográfico emitido por Rusia
en 1913 (Dinastía Románov, 300 aniversario; imagen procedente de stamps.ru) para el que Schirnböck grabó el
retrato de Pedro I de Rusia, Pedro el Grande, tras el diseño de Iván Y. Bílibin,
a la izquierda. Y a la derecha, Iván Y. Bílibin retratado en 1901 por B. Kustodiev
El éxito filatélico de las series de 1906 y 1908 que grabó Schirnböck, sin embargo, empujó a las autoridades postales rusas, y ahora ya de forma eficaz, a terminar con fortuna la tan proyectada emisión dedicada al zar. Se asignó un presupuesto considerable a tal efecto y varios artistas rusos concluyeron los diseños en 1910 y, tras el visto bueno de Nicolás II, sólo faltaba grabar los sellos e imprimirlos. Poco antes se había invitado a unirse a esta gran empresa a Fiódor Lundin y a Pericles S. Ksidias, grabadores nacionales solventes, y a quien se consideró el mejor grabador de sellos europeo en ese instante, Ferdinand Schirnböck, garantía de fiabilidad excelsa. Los diseños finalmente elegidos fueron obra de Iván Yákovlevich Bílibin (1876-1942), Yevgeny Y. Lansere (1875-1946) y Rihards Zariņš (letón, 1869-1939).
Serie de la
dinastía Románov emitida por Rusia en 1913. Constó la serie de 17 sellos,
cuatro de ellos impresos en calcografía (1, 2, 3 y 5 rublos) y el resto en
tipografía. Los diseñadores fueron los artistas rusos Iván Y. Bílibin, Yevgeny
Y. Lansere y Rihards Zariņš,
mientras que los retratos y viñetas fueron grabados por Ferdinand Schirnböck
(1, 15, 25 y 35 kópek), Pericles S. Ksidias (2, 14 y 50
k; y 1 y 2 rublos) y Fiódor Lundin (3, 4, 7, 10, 20 y 70 K; y 3 y 5 rublos). Marcos y retratos de los sellos emitidos en tipografía se grabaron por separado. Datos de los sellos grabados por cada artista procedentes de la página stamps.ru (Alexander Savka; stamps.ru/blog/marki-yubileynoy-romanovskoy-serii-ot-zamysla-k). A la derecha, el artista Rihards Zariņš, uno de los diseñadores de la serie
La similitud entre la serie rusa de 1913 y la austríaca de cinco años antes no puede ser más evidente. Una constó de 17 sellos y la otra de 16, y en ambas series predominaron los sellos impresos en tipografía, pero también en las dos se reservaron los sellos calcográficos para los valores faciales más altos. Una y otra serie, además, tienen el mismo discurso narrativo, que no es otro que el intento de revitalizar una monarquía pálida y desfalleciente. La serie de Rusia, no obstante ser más discreta que la austríaca al no estar de por medio Koloman Moser, nos depara sin embargo un pequeño y delicioso placer, aunque ninguno de los dos sellos los grabara Schirnböck: ver un mismo retrato incidido sobre casi igual espacio y con dos técnicas antagónicas, el grabado en relieve y el grabado en profundidad.
Retrato del zar Nicolás II (Rusia, 1913, 300 años de la dinastía Románov) grabado
en relieve y en hueco, siendo los sellos impresos en tipografía y calcografía,
en el centro y a la derecha respectivamente sobre estas líneas. A la izquierda,
fotografía utilizada en el diseño. Ferdinand Schirnböck participó grabando en
relieve varios retratos de esta serie, pero estos dos del zar Nicollás II los
grabó Fiódor Lundin, a partir de los diseños de Iván Y. Bílibin (7k) y Rihards Zariņš
(5r)
Sí que podemos ver la elocuente comparación anterior con Ferdinand Schirnböck, en sellos de Montenegro y aunque la impresión del sello tipográfico expuesto sea algo deficiente.
El mismo retrato de Nicolás I de Montenegro
grabado por Ferdinand Schirnböck en hueco, a la izquierda (1910), y en relieve (1913), impreso
respectivamente en calcografía y tipografía. Diseño de Koloman Moser en ambos
casos. Imágenes procedentes del blog bigblue1840-1940.blogspot.com
El zar Nicolás II era un gran aficionado filatélico, y cuando fue asesinado en julio de 1918 junto a su familia, llevaba consigo una carpeta llena de pruebas y proyectos de esta serie de 1913. Este conjunto muy preciado fue durante varias décadas subastado por medio mundo, hasta que hace unos años el Estado ruso, con buen criterio, consiguió recuperar la mayoría de esos documentos filatélicos e históricos tan valiosos.
Kolomar Moser y Ferdinand Schirnböck
diseñaron y grabaron el primer sello de Liechtenstein, emitido en 1912 en 3
valores tipográficos con el perfil del Príncipe Soberano Johann II. A la
derecha, otro sello europeo significativo grabado por Schirnböck, el del rey
Gustavo V de Suecia, emitido en varios valores entre 1910 y 1919. La concepción
gráfica de este sello de Suecia impreso en calcografía fue de Olle Hjortzberg
(1872-1959), del que se expone, en el centro sobre estas líneas, uno de los
bocetos del diseño adoptado (1909)
Ferdinand Schirnböck, pues, es el fedatario filatélico indiscutible de aquellos años que los historiadores suelen fijar como críticos y decisivos en el devenir sangriento del siglo pasado.
Últimos
sellos austríacos emitidos del Emperador Franz Joseph I y que naturalmente
grabó Ferdinand Schirnböck, emitidos en el mismo año de su muerte (1916) e
impresos en tipografía. El diseño fue obra de Rudolf Junk, autor también de los
sellos de la corona que se emitieron, igualmente en diversos valores
tipográficos entre 1916 y 1918, junto a los sellos de los retratos. A la derecha, uno de los retratos de Fernando I de Bulgaria que grabó Schirnböck; 4 valores tipográficos emitidos por Bulgaria en 1918. Imágenes de
los sellos procedentes de briefmarken-forum.com (Austria) y bigblue1840-1940.blogspot.com
Pero aquella gran tragedia venía fraguándose lenta y perezosamente durante las décadas anteriores, pese al tráfago cultural de Viena, contrapunto paradójico y luminoso. Fueron unos años que irónica y muy amargamente, mucho tiempo después y cuando Europa caminaba, entonces sí, hacia el infierno más infernal, Robert Musil, de la generación posterior a Schirnböck, resumió en unas palabras escritas por el narrador de El hombre sin atributos, que nombraba a la Austria Imperial y Real como Kakania,
«Cuántas
cosas interesantes se podrían decir de este Estado hundido de Kakania. Era, por ejemplo,
imperial‐real, y fue imperial y real. Todo
objeto, institución y persona llevaba alguno
de los signos k.k. o bien k.u.k., pero se necesitaba una ciencia especial
para saber a qué clase, corporación o persona correspondía uno u otro
título.
»En
las escrituras se llama Monarquía Austro‐húngara,
pero de palabra se decía Austria, con un término, pues, que se usaba en los
juramentos de Estado, pero se conservaba en las cuestiones sentimentales, como
prueba de que los sentimientos son tan importantes como el derecho público, y
de que los decretos no son la única cosa del mundo verdaderamente seria.
»Según
la Constitución, el Estado era liberal, pero tenía un gobierno clerical. El
gobierno era clerical, pero el espíritu liberal reinaba en el país. Ante la
ley, todos los ciudadanos eran iguales, pero no todos eran igualmente
ciudadanos. Existía un Parlamento que hacía un uso tan excesivo de su libertad que
casi siempre estaba cerrado; pero había una ley para los estados de emergencia
con la que se salía de apuros sin Parlamento, y cada vez que volvía de nuevo a
reinar la conformidad con el absolutismo, ordenaba la Corona que se continuara
gobernando democráticamente.
»De
tales vicisitudes se dieron muchas en este Estado, entre otras, aquellas luchas
nacionales que con razón atrajeron la curiosidad de Europa, y que hoy se evocan
tan equivocadamente. Fueron vehementes hasta el punto de trabarse y paralizarse
por su causa, varias veces al año, la máquina del Estado; no obstante, en los
períodos intermedios y en las pausas de gobierno, la armonía era admirable y se
hacía como si nada hubiera ocurrido.
»En
realidad no había pasado nada, salvo la aversión que unos hombres sienten
contra las aspiraciones de los otros. Esta situación se había presentado
temprano en este Estado, y se había transformado y perfeccionado en un refinado
ceremonial que habría podido tener grandes consecuencias, si su desarrollo no
se hubiera interrumpido antes de tiempo por una catástrofe… Pero, a pesar de
todo lo que se pueda decir, Kakania era quizá un país de genios, y probablemente esta
fue la razón última de su ruina.»
Montenegro, 1910; 50 aniversario como Príncipe y proclamación como rey
en 1910 de Nicolás I de Montenegro. Nicolás I joven y de perfil junto a Milena
Vukotić, reina consorte de
Montenegro. Dos de los varios sellos
de los que constó esta serie diseñada por Koloman Moser y grabada por Ferdinand
Schirnböck; impresión en calcografía. Imágenes procedentes del blog bigblue1840-1940.blogspot.com
La notable reputación de la Staatsdruckerei vienesa
era tan asumida en todo el continente, gracias sobre todo a Schirnböck, que el
artista grabó sellos muy significados en las filatelias de otros países del
mundo.
También
en la filatelia de Turquía dejó Schirnböck sus sellos, así en la serie de 1916
formada por un total de 15 sellos impresos unos en tipografía y otros en
calcografía, y de la que quizá el más artístico sea este gran retrato del
sultán Mehmed V; calcografía, 3 valores. Schirnböck grabó en talla dulce este
retrato utilizando como base la fotografía adjunta del sultán; imagen colorizada
por Olga Shirnina. A la derecha, sello especial de periódicos (Bosnia-Herzegovina, 1913) para el que Schirnböck grabó en relieve la imagen de una chica bosnia; impresión en tipografía, 4 valores
Para Noruega, Schirnböck proporcionó un extraordinario grabado de la pintura de Oscar Wergeland, La Asamblea Constituyente reunida en Eidsvoll en 1814, emitido en tres valores en 1914 y que supusieron los primeros sellos impresos en calcografía por este país nórdico.
Noruega,
1914; Centenario de la Constitución de Noruega, aprobada el 16 de mayo de 1814
en Eidsvoll. Sello grabado por Ferdinand Schirnböck, a partir de la pintura monumental
de Oscar Wergeland,
“La Asamblea Constituyente reunida en Eidsvoll en 1814”, óleo de 1885 (400 x 285 cm). Impresión en calcografía; 3 valores
Quince años después, por cierto, y tras participar igualmente
en los sellos de Ibsen y Abel de 1928, Ferdinand Schirnböck grabó en talla
dulce otro magnífico sello noruego, ahora partiendo de una pintura de Peter
Nicolai Arbo y emitido unos meses después, en abril de 1930.
Noruega, 1930; IX Centenario de la muerte de Olaf II el Santo, patrón de
Noruega. Sello grabado por Ferdinand Schirnböck a partir de una pintura de Peter Nicolai Arbo, “La
batalla de Stiklestad” (1859), donde Olaf II perdió la vida. Impresión en calcografía
Iniciada la I Guerra Mundial, Ferdinand Schirnböck grabó en Viena varios sellos de mérito junto a Koloman Moser, aparte de los que realizó para otros países.
Imperio Real Austríaco, 1915; sellos sobretasados en favor de víctimas de la guerra. Infantería
y caballería. Diseños de Koloman Moser, sobre fotografías de la época, y grabados de Ferdinand Schirnböck. Impresión
en tipografía. Imágenes de los sellos procedentes de briefmarken-forum.com
En todas las notas biográficas de Schirnböck, por pequeñas que sean, se cuenta que siendo joven perdió la visión de un ojo en un accidente. Nos es imposible asegurar si la pérdida fue total o parcial, ni cuándo exactamente sucedió el percance, pero todo hace indicar que fue una desgracia cierta, circunstancia que ensalza aún más si cabe su genio y su temperamento.
Imperio
Real Austríaco, 1915;
sellos sobretasados en favor de víctimas de la guerra. Artillería,
armada y fuerza aérea. Diseños de Koloman Moser, sobre fotografías de la época, y grabados de Ferdinand
Schirnböck. Impresión en tipografía. Imágenes de los sellos procedentes de briefmarken-forum.com
La Gran Duquesa Marie Adélaïde tiene dos sellos espléndidos de entre los emitidos por Luxemburgo, inspirados ambos en fotografías muy similares de 1912. Estos sellos fueron grabados por dos artistas de excepción, Ferdinand Schirnböck en 1914 y Samuel Louis Hartz en 1939.
Luxemburgo, 1914; Gran Duquesa
Marie Adélaïde. Sello diseñado por Koloman Moser y grabado por
Ferdinand Schirnböck; emisión en diversos valores. A la derecha, sello emitido
por Luxemburgo en 1939 grabado por Sem Hartz, partiendo de una fotografía muy similar a la utilizada por Schirnböck, a la izquierda sobre estas líneas (1912). Ambos sellos calcográficos fueron impresos
en Haarlem por Enschedé
Marie Adélaïde, delicada y tenue en estos sellos, tuvo una vida extraña y fugaz, casi tan desconcertante como su belleza ruborosa y aprensiva. A pocos meses de cumplir 18 años, fue proclamada Gran Duquesa de Luxemburgo a la muerte de su padre en 1912. Siete años más tarde, Marie Adélaïde renunció al Ducado, viajó por Europa y terminó enclaustrándose en un convento de Italia, donde murió apenas cuatro años después, con sólo 29 años.
Luxemburgo, 1914; Gran Duquesa Marie Adélaïde. Sello diseñado por Koloman Moser y grabado por Ferdinand Schirnböck; emisión calcográfica en diversos valores. A la izquierda, prueba de artista donde, al ser una impresión directa del grabado original, se observa con mayor claridad la pericia de Schirnböck
No se conocen testimonios de qué pensaba Ferdinand Schirnböck
del conflicto bélico iniciado en 1914, y aunque no es difícil suponer la
desesperanza y la zozobra que debió causar en su espíritu, al menos la contienda
no mermó el ánimo artístico del maestro.
Al último emperador de Austria y sucesor de Franz Joseph I, Carlos de Habsburgo-Lorena y Sajonia, también lo grabó en relieve Ferdinand Schirnböck en los estertores de la primera gran guerra del siglo.
A la izquierda, uno de los retratos de Carlos I de Austria y IV de Hungría
grabado por Schirnböck, previo diseño de Alfred Cossmann (engravedstamps.net), y que fue emitido en diferentes sellos de Correo de
Campaña entre 1917 y 1918, con distintos faciales de Austria y
Bosnia-Herzegovina; imagen procedente del blog bigblue1840-1940.blogspot.com. En el centro y a la derecha retratos de Francisco Fernando
de Austria y su esposa Sofía Chotek, en los sellos de Correo militar emitidos
por Bosnia-Herzegovina en 1917, tres años después del atentado en Sarajevo que
les costó la vida y que acabó desencadenando, siquiera simbólicamente, la I
Guerra Mundial. Estos sellos últimos, junto a uno más de la iglesia proyectada en recuerdo de los asesinados,
fueron diseñados por Alfred Cossmann (1870-1951), y Ferdinand Schirnböck muy posiblemente
realizó el grabado posterior en relieve (The Essay Proof Journal); sellos impresos en tipografía
Al último emperador de Austria y sucesor de Franz Joseph I, Carlos de Habsburgo-Lorena y Sajonia, también lo grabó en relieve Ferdinand Schirnböck en los estertores de la primera gran guerra del siglo.
Austria-Hungría y Bosnia-Herzegovina, 1918; Correo de Campaña. Carlos I de
Austria y IV de Hungría (2 valores) y la reina consorte Zita de Borbón-Parma. Sellos diseñdos por Alfred Cossmann y grabados en relieve por
Ferdinand Schirnböck, e impresos en tipografía. Con el mismo retrato y diferente marco, fueron impresos, también en tipografía, diversos valores del nuevo emperador en ese mismo año de 1918 (incluidos algunos sobrecargados para usar en tierritorio de Italia), durante los días del Armisticio de noviembre. Imágenes de los sellos procedentes de briefmarken-forum.com
Amanecer sombrío
El sentimiento no ha aprendido
todavía a servirse de la razón
Robert Musil, El hombre sin
atributos
Quizá Robert Musil, extraño visitante de esta entrada, sea uno
de los escritores que mejor presintió el nuevo mundo que se abría paso nada más
terminar la primera gran guerra. Ni los vencedores supieron qué hacer ahora con
su éxito, ni los perdedores cómo renacer de su fracaso, recordó el escritor más
tarde.
Austria Alemana, 1919-20; Parlamento nacional en Viena. Sello diseñado por Josef Franz Renner (1886-1957) y grabado por Ferdinand Schirnböck, emitido en 8 valores entre 1919 y 1920; calcografía. A la derecha, sello calcográfico con facial de sólo Austria, de Wilhelm Kress (Correo aéreo), emitido en 4 valores entre 1922 y 1923, diseñado por Wilhelm Dachauer (1881-1951) y grabado por Ferdinand Schirnböck. Imagen de este último sello procedente de briefmarken-forum.com
Con Wilhelm Dachauer (1881-1951), otro de los diseñadores más relevantes de la filatelia austríaca, no grabó Ferdinand Schirnböck tantos sellos como con Moser y Junk, pero sí que tiene algunos muy señalados, e incluso un billete primoroso con fecha facial de 1927.
A la izquierda, anverso del billete de 100 chelines austríacos
(1927) diseñado por Wilhelm Dachauer cuyas viñetas grabó Ferdinand Schirnböck (imagen procedente de numista.com). Y a la derecha, sello calcográfico con
una figura simbólica del arte y la ciencia, emitido por Austria en diversos
valores entre 1922 y 1924, diseñado por Dachauer (1881-1951) y grabado por Ferdinand Schirnböck
Como Alemania volviera a Goethe en varios sellos tras la hecatombe nazi, Austria miraba ahora a sus grandes compositores. Los sellos son pequeños espejos de la historia en curso, y Schirnböck esculpió en ellos la realidad circundante, pero también el anhelo y el consuelo.
Austria, 1922; Compositores. Franz
Joseph Haydn, Wolfgang Amadeus Mozart y Ludwig van Beethoven. Sellos diseñados por Rudolf
Junk y grabados por Ferdinand Schirnböck; calcografía. Imágenes de los sellos procedentes de briefmarken-forum.com
No fue por causa de la guerra, pero en 1918 murió tras una enfermedad letal Koloman Moser. Sólo tenía 50 años y estaba en plenitud artística y personal. Esta fatalidad, además, impidió más sellos de Moser emitidos por Austria después de la guerra. ¿O tal vez no? Quién sabe, quizá el amanecer sombrío que sucedió a la muerte del viejo mundo, acaso tampoco era el espacio más propicio para las jovialidades afables de Moser.
Austria, 1922; Compositores. Franz
Peter Schubert, Anton Bruckner, Johnn Strauss hijo y
Hugo Wolf. Sellos diseñados por Rudolf Junk y grabados por Ferdinand
Schirnböck; calcografía. Imágenes de los sellos procedentes de briefmarken-forum.com
Ferdinand Schirnböck grabó en sellos diseños de varios artistas en esos años veinte, republicanos y sin embargo tétricos, pero sin duda los más destacados son los propuestos por Rudolf Junk, con quien ya había formado pareja alguna vez estando en activo Koloman Moser.
Austria,
1923; Ciudades del país. Bregenz, Jardines de Mirabell en Salzburgo y Eisensdat.
Sellos diseñados por Rudolf Junk y grabados por Ferdinand Schirnböck; calcografía. Imágenes de los sellos procedentes de briefmarken-forum.com
Tanto la serie de los compositores del año anterior, como los 9 sellos de esta de las vistas y arquitecturas de localidades austríacas, fueron vendidas con sobrecoste para ayudar a algunos colectivos de artistas nacionales.
Austria,
1923; Ciudades del país. Interior del parlamento de Klagenfurt, Tejado
dorado en Innsbruck y Vista del centro de Linz. Sellos
diseñados por Rudolf Junk y grabados por Ferdinand Schirnböck; calcografía. Imágenes de los sellos procedentes de briefmarken-forum.com
Rudolf Junk, diseñador de ambas series y de otros sellos que grabó Schirnböck, nació
en Viena en 1880, y se había incorporado a la Staatsdruckerei en 1909. Con una
gran formación humanística, es un artista gráfico decisivo en el devenir
estético del sello austríaco, especialmente después del período de guerra. Diseñó
también billetes, llevó una vida cultural muy intensa en diferentes ámbitos y falleció
a finales de 1943.
Austria,
1923; Ciudades del país. Colina
del castillo en Graz, Abadía de Melk y Palacio Belvedere en Viena. Sellos
diseñados por Rudolf Junk y grabados por Ferdinand Schirnböck; calcografía. Imágenes de los sellos procedentes de briefmarken-forum.com
Además de colega en la creación de sellos y billetes, Rudolf Junk fue amigo personal de Ferdinand Schirnböck, y aparte de algún artículo de revista en vida, cuando el artista falleció inesperadamente en 1930 escribió una nota necrológica muy afectuosa en la que se despedía de «der altmeister», el viejo maestro del grabado austríaco.
Uno de los buenos momentos de Ferdinand Schirnböck en estos sus últimos años de vida, fue la acentuación de su amistad con el artista checoslovaco Max Švabinský. Ambos llegaron incluso a realizar juntos un billete soberbio.
Billete checoslovaco de mitad de los años veinte
diseñado por Max Švabinský y cuyas viñetas grabó
Ferdinand Schirnböck. A la izquierda, prueba en negro de sólo la parte calcográfica
del anverso. A la derecha, reverso de un billete muestra. El billete circuló desde principios de los años treinta y fue válido hasta octubre de 1944
Es un tópico decir que Ferdinand Schirnböck es el fundador del estilo de grabado austríaco en los sellos, y esto es cierto, a condición de tener en cuenta que el estilo del artista consistió en no tener ningún estilo.
Esta aseveración última circunscribe el
genio de Schirnböck a la sola y prodigiosa técnica, pero también, precisando
más, se puede decir que el grabador escribió larga y frenéticamente con los
buriles la fe meditada de Flaubert. El artista ha de estar en su obra como Dios
en el universo, presente en todas partes y visible en ninguna.
A la izquierda, anverso y reverso del billete austríaco de 1927 cuyas viñetas
grabó Ferdinand Schirnböck, a partir de los bellos diseños de Berthold Löffler
(1874-1960), discípulo de Koloman Moser. En la tercera imagen, retrato de Ignacy Mościcki en el sello grabado por
Schirnböck y que emitió Polonia también, con diferentes tonalidades de color,
en una hojita de 1928 para celebrar la Exposición Filatélica de Varsorvia,
junto a otro retrato de Józef K. Piłsudski, igualmente incidido por el maestro
austríaco; impresión en calcografía. Y a la derecha, sello emitido por Austria en 1928 del
Presidente Michael Hainisch, diseñado por Rudolf Junk y grabado por Ferdinand
Schirnböck; 4 valores, calcografía (imagen procedente de briefmarken-forum.com).
Schirnböck continuó grabando sellos para otros países en sus últimos años, y así,
y aparte de los presentados en esta entrada, también incidió, por sólo citar
algunos más, los dos sellos de correo aéreo diseñados por Johan Palinkas y
emitidos por Hungría entre 1927 y 1930 en diversos valores calcográficos
Ferdinand Schirnböck murió de repente el 16 de septiembre de 1930 en Perchtoldsdorf, recién cumplidos 71 años, y en las semanas anteriores continuaba su gran y maravillosa obra. Y aún tres años después de su muerte en los sellos, y luego todavía en algún billete, se emitieron grabados inéditos del artista.
Últimos sellos emitidos por Austria en vida de Ferdinand Schirnböck, en
1929 y 1930, todos diseñados por Rudolf Junk. Vista de Viena, Biblioteca
Nacional en la capital y retrato del Presidente Wilhelm Miklas, este último emitido
en 6 valores y vendido son sobrecoste en favor de la campaña antituberculosis;
calcografía. Imágenes procedentes de briefmarken-forum.com
El Vaticano emitió una serie de vistas en 1933 con algunas viñetas grabadas por Schirnböck en esas semanas postreras, y pese a las dudas, es lógico pensar que Enrico Federici sólo grabó marcos y letras en los sellos emitidos que llevan la rúbrica del artista austríaco.
Son estos sellos, en cualquier caso, sólo una muy pequeña parte del legado filatélico de quien es sin duda el gran patriarca del sello artístico europeo.
Dos de los sellos cuyas viñetas estaba grabando Ferdinand Schirnböck días antes de
su muerte en 1930, emitidos en 1933 por el Vaticano con marcos y letras
grabados por Enrico Federici; calcografía. Imágenes procedentes del blog
bigblue1840-1940.blogspot.com
Nota