 |
| El gran artista checo Miloš Ondráček |
La sola y pausada revisión de la obra completa de Miloš Ondráček erige al artista como el grabador checoslovaco de sellos más importante. Y este juicio objetivo y nada exagerado implica considerar al autor como a uno de los primeros grabadores en el mundo variado y extenso del sello universal. Con una trayectoria curtida y muy esforzada de más de cincuenta años grabando sellos, Ondráček está en la cumbre del sello artístico, al lado de los nombres más afamados de este espejo de expresión mínimo e ilimitado. Sus iguales son Slania, Morken o Lacaque, por sólo citar a tres autores ineludibles, y Ondráček está con ellos y junto a otros colegas de grandeza similar.
Y no era en absoluto previsible que cuando Miloš Ondráček inició sus primeros escarceos en la filatelia allá por los últimos años de la década de los sesenta, el camino recorrido fuera a ser tan intenso y frondoso, y aún menos que fuera a abarcar más de medio siglo de tarea infatigable e incesante en el ámbito sin bordes del sello grabado.
Sólo el núcleo filatélico de la obra de Miloš Ondráček amalgama cerca de 430 sellos grabados, y los alrededores de ese centro compacto son igualmente opulentos, con piezas exquisitas como retratos y viñetas de billetes, decenas de ilustraciones talladas para los sobres de primer día de circulación o simplemente trabajos propios y especiales, más algunos encargos específicos de eventos de postín.
Formación artesanal en la Escuela de Artes y Oficios de Turnov
Miloš Ondráček nació en Praga el 15 de septiembre de 1936. Pese a las circunstancias críticas de la época, su infancia transcurrió apaciblemente en Libeň, distrito de la parte sur de la ciudad.
A los 15 años, a principios de la década de los cincuenta, el joven Ondráček terminó de definir su preferencia por la expresividad artística, aunque sentía igualmente una gran atracción por la química. Una maestra de escuela lo animó a perseverar en sus sueños, y los padres accedieron a que se inscribiera en la afamada Escuela Secundaria de Artes y Oficios de Turnov, en la región de Liberec (Bohemia).
Allí en la Escuela de Turnov completó Miloš Ondráček sus estudios y prácticas en cuatro años, entre 1951 y 1955. El joven artista adquirió gran maña en la joyería artesanal, destreza que le venía de familia, pues su mismo padre era un hombre con notables aptitudes manuales.
Tras prestar el servicio militar, Miloš Ondráček trabajó durante unos años en la acuñación artística de medallas, quehacer que no terminó de convencerle y que ni mucho menos colmaba sus expectativas. Se unió entonces a la cooperativa Znak en Praga, practicando en el grabado industrial y donde un profesor apreció su técnica ya depurada con los buriles.
Checoslovaquia, 1976 y 1982; František Lexa y Escultores (Jan Simota -Jan Zrzavý- y Rudolf Pribiš -Píseň
práce-). Sellos diseñados por Jozef Baláž y Jiří Kodejš, y grabados por Miloš Ondráček. Impresión sólo en calcografía
(František Lexa), y combinada en calcografía y huecograbado. Los
dos sellos de los escultores pertenecen a una serie de cinco, grabando el resto
Josef Herčík y Ladislav JirkaPrivadamente, Ondráček recibió clases particulares de los artistas Richard Pípal (1913-1967), František Emler (1912-1992) y Ladislav Havlas (1907-1988).
Y enseguida, en 1960 y gracias a la sugerencia
providencial de un profesor que tuvo en Turnov, Miloš Ondráček se comprometió con la
Imprenta Estatal de Valores (Státní Tiskárna Cenin), situada en la calle Růžové
de Praga.
Muchos años después, Miloš Ondráček recordó con nostalgia aquellos primeros momentos en la Imprenta Estatal de Valores. «La verdad es que me fueron bien las cosas y acabé estando allí más de 40 años», rememoró el artista.
En esos instantes, Jindra Schmidt todavía trabajaba para la Imprenta Estatal de Valores, y también otros grabadores de primer nivel como Ladislav Jirka y Jan Mráček. Nada más llegar, en un contrato extranjero de billetes nuevos para la República de Cuba, Miloš Ondráček hizo sus primeros cortes sobre metal para valores estatales.
República Checa (1994) y Eslovaquia (1995); Importantes descubrimientos (Marco Polo; serie Europa; 2 sellos) y Scoutismo eslovaco. Sellos diseñados por Adolf Born y Jozef Baláž, y grabados por Miloš Ondráček. Impresión sólo en calcografía (1994), y en combinación de calcografía y huecograbado el sello de EslovaquiaY ya en aquellos tiempos de ilusiones y grandes expectativas, el artista comenzó a dedicarse más intensamente en los ratos libres por otro tipo de grabados y fue entonces cuando tomó de verdad interés por los sellos (japhila.cz).
El grabador se afilió en 1965 a la Unión de Artistas Plásticos (SČSVU). Era una forma de facilitar la relación con el Ministerio de Comunicaciones, un paso necesario para acercarse al mundo de los sellos.
Tres sellos grabados con buen pulso por Miloš Ondráček, emitidos por Checoslovaquia en 1983 (Jaroslav Hašek) y 1989 (Tarás Hrihórovich Shevchenko), y por la República Checa en 1996 (Centenario de la Orquesta Filarmónica checa). Sellos diseñados por Karel Svolinský, Ivan Schurmann y Jaroslav Sůra; impresión mixta en calcografía y huecograbadoSin embargo y pese a la solvencia ya demostrada, a Miloš Ondráček no le fue tan fácil como pensaba llegar a convertirse en un grabador habitual de sellos.
Y de hecho el primer grabado de Miloš Ondráček fue inicialmente rechazado, aunque más tarde fuera emitido. Fue el sello de Vyšší Brod (Resurrección), perteneciente a la serie artística ya en curso, presentado al departamento artístico del Česká Pošta a finales de los años sesenta y que no fue emitido sino hasta 1971.
Con otro sello de esta serie de arte mítica, el San Jerónimo de 1969, Miloš Ondráček debutó en las emisiones oficiales de la filatelia checoslovaca. Como quiera que para el sello de Vyšší Brod que Ondráček grabó, lo realizó en 6 placas distintas, y la explicación convencional de su rechazo fue la dificultad de ensamblarlas en el proceso de impresión sucesivo, el artista sólo incidió cuatro grabados en este sello del Maestro Teodorico, que en la imprenta acabaron transfiriendo los colores naranja, verde, rojo y marrón muy oscuro, casi negro.
La serie de arte: 50 años de magisterio
Es una paradoja feliz que, tanto como le costó a Miloš Ondráček entrar en el mundo de los sellos y que lo hizo finalmente a través de uno de la serie de arte, terminara siendo el grabador más destacado y prolífico de estas emisiones únicas.
El sello del autorretrato de Ludvík Kuba (1974) dio muchos quebraderos de cabeza a Miloš Ondráček. «Resulta que nadie quería tomar este encargo, ni aún los grabadores más experimentados, así que me cayó encima a mí», contó Ondráček más tarde a Aleny Laufrové (grapheion.cz). «Tras unos estudios preliminares, ¡también yo lo rechacé! Pero Rudolf Fischer, que era el jefe del departamento de sellos, poco menos que me dijo que si quería continuar grabando para el Correo checoslovaco, tenía que enfrentar este reto. Entonces me llevé la pintura original de Kuba a mi estudio, cosa que en esos años se podía hacer a veces, olvidé el asunto unos días, para liberarme un poco de la presión, y de inmediato me puse a hacer todo tipo de pruebas y bocetos. Y se puede decir que fue mi doctorado en estos sellos de arte. Separé una y mil veces los colores en diferentes ensayos sobre papel, y finalmente corté cinco grabados distintos que en la aglutinación final de la impresión calcográfica múltiple, dieron un resultado muy bueno y justo el que yo quería. El grabado en cinco partes de este sello de Kuba fue un punto de inflexión para mí, y a partir de aquí ya sabía que nada era imposible».
En estos sellos tan especiales, el grabador toma la obra de arte asignada, y tras un estudio muy estricto y riguroso, graba por separado varias placas con vistas a la impresión calcográfica final, muy artesanal y cuidada, en la que se solapan y fusionan los colores elegidos para producir el sello definitivo.
Aunque en los tiempos iniciales de la serie se llegaron a realizar algunas emisiones y no pocas pruebas con 6 colores, la impresión sucesiva de otras tantas planchas sobre el mismo papel terminó por considerarse excesiva, y lo normal es utilizar de 3 a 5 grabados.
Normalmente se usan cuatro colores diferentes y el negro, siendo la placa destinada a este último tono la que con mayor profundidad y libertad lineal incide el grabador. Además de estos cinco colores distintos, el grabador también puede ensayar y por lo tanto conjeturar nuevos tonos teniendo en cuenta las posibles superposiciones finales de unas tintas con otras. Con los buriles y resueltos y fijados los esbozos previos, Miloš Ondráček grababa cada placa a una hondura de entre 0,2 y 0,7 milímetros.
Hasta la primavera de 2020 en que los talleres de la Poštovní Tiskárna Cenin Praha (PTC) fueron desmantelados, la impresión de estos sellos de arte fue realizada en máquinas de carga manual (Heim y Waite & Saville). El proceso de impresión calcográfico en planchas planas era tan delicado, que incluso había grados de excelencia técnica entre los trabajadores de la casa.
Checoslovaquia, 1974, 1976, 1979 y 1980, Arte. Janko Alexy (Mujer y jarra), Jan Rudolf Bys (Kytice s narcisy a tulipány), Alois Moravec (Domingo en el agua) y Anna Podzemná (Rebelión campesina; detalle del mosaico). Sellos diseñados y grabados por Miloš Ondráček; impresión en calcografíaMuchos de los grabadores, y Miloš Ondráček era uno de ellos, acudían a los talleres de la PTC para elegir y comprobar los colores de cada pequeña plancha de impresión.
Estos sellos maravillosos son en realidad pequeñas obras de arte pintadas a buril. Y no hay que tomar esta aseveración en un sentido figurado. Todo lo contrario. Literalmente, el buril es pincel y buril a la vez.
La dificultad del reto no arredró nunca a Miloš Ondráček, y no parece sino que la jerarquía estética de la obra original, indujo y motivó al grabador a dar lo mejor de sí mismo.
Sobre todo en la confección ardua y sofocante del sello de Kuba, Miloš Ondráček comprendió que las posibilidades materiales de la impresión calcográfica sucesiva no son ilimitadas, pero sí lo son las determinaciones del artista.
Checoslovaquia, 1987, Arte. Kamil Lhoták, Espacio de sueños. Sello diseñado y grabado por Miloš Ondráček, sobre un fragmento de la pintura de Lhoták; impresión en calcografía. Kamil Lhoták diseñó varios sellos y series checoslovacas, entre ellas, en 1975 y 1979, las de motocicletas y bicicletas de época, y en la década de los ochenta, la de los automóviles históricosMiloš Ondráček grabó cinco placas para el sello de la pintura de Eugène Delacroix emitido en 1988. La impresión calcográfica múltiple y sucesiva concatena y superpone esos espejos, cada uno con la tinta elegida por el grabador, y entonces el sello resultante contiene, afilado y enigmático, un pequeño caleidoscopio de la pintura original. Los colores que Ondráček previó primero en este sello de Delacroix, y determinó con precisión después en el momento de la impresión calcográfica, son el negro y el marrón, más los tres primarios, amarillo, azul y rojo. ¿Y el color verde? Ese color lo ilusionó Miloš Ondráček con su magia de artista pudoroso y reservado, sobreponiendo el azul sobre el amarillo.
La hojita de 1989 del Rosario de Albrecht Dürer es la cumbre artística de esta serie de arte, de la obra de Miloš Ondráček y aún de la filatelia. El procedimiento de grabado e impresión fueron los mismos que en los sellos periódicos de la serie: cinco grabados y ulterior impresión calcográfica múltiple.
La exaltación artística es insólita y total. Leibniz escribió que la alegría es un sentimiento de perfección, y tal emoción es la que procura esta hojita irrepetible.
En estos sellos que son cinco y uno a la vez, importa y de un modo fundamental, que el grabador acierte plenamente en la concepción inicial del planteamiento, antes siquiera de tocar los buriles.
Miloš Ondráček, liberado de las servidumbres de estilo impuestas por los diseñadores en emisiones convencionales, se ha expresado libre en estos sellos de la serie de arte.
El artista ha recibido numerosos premios y reconocimientos por varios de estos sellos, aparte de la natural admiración de los coleccionistas.
Paul Gauguin, varias veces ensalzado en sellos franceses por otros grabadores de altura como Pheulpin, Lacaque o Durrens, fue recitado en 1998 por Miloš Ondráček. El artista no reservó una de las cinco placas grabadas por separado para el color verde, que consiguió simular cruzando las líneas amarillas con las azules en la impresión final, por ser imprescindible utilizar el marrón oscuro junto, además de los dos tonos citados, al negro y el rojo.
Ninguna filatelia del mundo ha mantenido una serie anual desde hace tanto tiempo y cuidada con esta diligencia y entusiasmo. Desgraciadamente, la inviabilidad económica de la Casa impresora (Poštovní Tiskárna Cenin Praha A. S.; PTC), de la que por otro lado Česká Pošta (Correo checo) era el mayor accionista, ha atenuado la emisión regular de estos sellos. Se prosigue emitiendo más sellos de arte grabados en combinación mayormente con la impresión en offset, y sólo muy de vez en cuando con diferentes placas grabadas para una misma obra, pues la nueva Casa impresora, la Tiskárna Hradištko, compró parte de la maquinaria de la PTC tras su disolución.
La escisión de Checoslovaquia en dos estados independientes en 1993 no conllevó a efectos filatélicos otros cambios que los lógicos de inscripción facial y temas, y los sellos de uno y otro país, la República Checa y Eslovaquia, prosiguieron siendo impresos en Praga por la PTC, fuera de algún corto período en que las emisiones eslovacas se realizaron en otra casa impresora.
Y algunos artistas checos, entre ellos Miloš Ondráček, grabaron sellos eslovacos, incluyendo varios de la serie de arte, bifurcada desde entonces en dos caminos paralelos y con similitud de factura e impresión.
Asumido el complejo proceso artístico en la confección de estos sellos y descontada la capacidad técnica, la experiencia es un grado, y Ondráček aunó ambas condiciones, recursos muy asimilados y genio. Son muchas las naturalezas muertas que han ido apareciendo en estos sellos de arte. Quizá la causa de esta reiteración no es otra que los envites de color que estas pinturas supusieron para los primeros grabadores checoslovacos, que hubieron de elegir y combinar primero, y enseguida surcar, escindidas en varios aceros, las fugas escogidas.
La impresión calcográfica combinada con el offset o el huecograbado en estos sellos de arte, quizá ofrece a priori la garantía de una mayor semejanza con la pintura original, pero también lastra la ambición íntima del grabador. Sin la paleta de colores, el grabador sólo recalca a buril el lienzo recibido.
En general y referente a estos sellos de arte, Miloš Ondráček apreció el hecho notorio de la recreación que va más allá del trasunto anodino.
Dado que estos sellos de arte precisan de cuatro o cinco grabados diferentes, Miloš Ondráček llegó a confesar que «del autor depende que el espectador tenga la impresión de estar viendo más de cinco colores, y en cierta manera esta limitación obliga al grabador a buscar el equilibrio, pero también la sorpresa, en la distribución de los tonos y aún más importante, en la determinación de su justo lugar».
«Muchas veces», refirió Ondráček a Aleny Laufrové en la entrevista citada anteriormente, «prescindo en el plan a desarrollar de un color evidente en beneficio del conjunto, por considerar que ha de prevalecer la armonía sobre la reverencia en el efecto general».
República Checa, 2007, Arte. Soběslav Hippolyt Pinkas, Montmartre; óleo sobre cartón, 28 x 16.5 cm. Sello diseñado y grabado por Miloš Ondráček; impresión en calcografía. Para este sello, Ondráček grabó por separado cinco placas que en la impresión sucesiva final depositaron sobre el papel los tonos ocre, azul, marrón, rojo y negroEn cuanto al tiempo empleado por el artista en la confección de sus sellos, Miloš Ondráček empleaba una semana en los diseños preliminares y entre diez y veinte días, dependiendo de si se trataba de un solo grabado o de varios, como para estas emisiones de arte, en el puro trabajo a buril sobre metal.
Aunque Miloš Ondráček tuviera predilección por el sello de Ludvík Kuba de 1974, su pinacoteca selecta es diversa y espléndida.
Un aspecto a considerar en los sellos checoslovacos de obras artísticas, es que la contemplación rápida y usual hace pensar que el grabado está sólo en las líneas negras o más oscuras. Es un espejismo muy equívoco y desconcertante. Si la impresión es únicamente calcográfica, todas las líneas son grabadas, circunstancia que una vez asimilada, asombra y alegra.
Como artista concienzudo y responsable, Miloš Ondráček siempre suspiró porque el ajuste de las varias impresiones calcográficas superpuestas fuera perfecto, cristalización soñada tras muchos días de empeño en su estudio. Este acoplamiento milimétrico es el llamado en la jerga gráfica registro. «Esto se consigue en uno de cada diez sellos», decía el artista, «y es muy satisfactorio y reconfortante».
Este sello fabuloso de la pintura de Hans von Aachen fue muy alabado y premiado, y Miloš Ondráček vivió quizá su momento de mayor reconocimiento internacional, a punto de cumplir ochenta años.
Con buen criterio y durante muchos años, la oficina filatélica del Correo checo ha procedido a realizar una presentación solemne de sus emisiones, pudiéndose ver en vitrinas gran parte de las labores previas de los artistas implicados, incluyendo la exposición de las placas originales con los grabados.
Dos de las cinco placas grabadas a buril por Miloš Ondráček para el sello de Von Aachen (2015). Con los cinco punzones se conformaron las cinco planchas diferentes de impresión, cada una de las cuales imprimió de forma sucesiva y superpuesta los cinco colores elegidos por el grabador en cuatro sellos a la vez, emitidos en hojitas. La impresión era muy cuidada y artesanal, con el fin de que cuando se imprimiera con la última plancha, que contenía el grabado del negro, el registro fuera perfecto. Imágenes, estas dos, procedentes de la página www.kf0015.cz (Klub Filatelistů KF 00-15 Praha). Y a la derecha, hojita especial que muestra en secuencia las impresiones por separado de las matrices originales para este sello de Von Aachen (2015), cada una con la tinta prevista y elegida por Miloš Ondráček hasta llegar al registro finalEn no pocas ocasiones la reducción meticulosa de la pintura original, lejos de resultar una mera aproximación, reverbera como una pequeña ficción límpida y subyugadora.
Casi treinta años antes, Miloš Ondráček ya había grabado esta pintura de Veronese que en 2017 fue emitida en un solo tono y en varios colores, una novedad feliz dentro de la serie de arte.
Con el transcurso de los años, si bien lenta y moderadamente, el diseño facial general de los sellos fue evolucionando hacia una mayor elegancia gráfica.
Obra conjunta con Oldřich Kulhánek
Entre 1990 y 2013 Miloš Ondráček, con una sola excepción (Kašpar Šternberk, 2011), grabó todos los sellos que diseñó el artista Oldřich Kulhánek, alrededor de 40, y participó asimismo incidiendo viñetas y retratos en la nueva serie de billetes checos de los años noventa del mismo autor.
Esta colaboración entre Miloš Ondráček y Oldřich Kulhánek fue una asociación excepcional y que sólo truncó la muerte inesperada del segundo en enero de 2013.
El vínculo artístico entre el artista prestigioso y el grabador fue tan sólido y reputado, que la obra conjunta propició incluso un libro exclusivo de Josef Koutecký (Známková tvorba; 2012, G-Design CZ), editado poco antes del fallecimiento de Kulhánek.
Oldřich Kulhánek nació el 26 de febrero de 1940 en Praga. Desde 1958 y durante los seis años siguientes, estudió en la Academia de Artes Aplicadas de la capital checoslovaca, bajo la tutela afectuosa de Karel Svolinský, entonces uno de los más afamados artistas del país y en aquel momento ya con una amplia y contrastada trayectoria filatélica.
Sorpresiva y acaso jocosamente, pues la autoría de grabado consta en el billete, Miloš Ondráček incluyó un monograma de su nombre y apellido, una M dentro de una O, en uno de los rizos del pelo de Jan Amos Komenský en el circulante de 200 coronas, abajo a la derecha (revista International Bank Note Society, 2011, Vol. 50, N. 2). A la izquierda, Miloš Ondráček en una firma de estos billetes diseñados por Oldřich Kulhánek y que grabó junto a Václav FajtEs muy significativo y honroso, pues, que el primer sello diseñado por Kulhánek en 1990 estuviera dedicado precisamente a Karel Svolinský.
En 1971, cuando Kulhánek descollaba como uno de los autores más prometedores de su generación, la policía secreta checoslovaca le detuvo y se incautó de algunas obras que se consideraron ofensivas con los valores políticos del régimen, y en particular unas litografías sobre Stalin. Dos años después, en 1973, fue condenado y se ordenó que once de esas obras fueran quemadas como parte del castigo impuesto. Sin embargo, los funcionarios encargados de prender fuego a las inspiraciones corrosivas de Kulhánek, al final las guardaron bajo mano. El arte venció en el último instante a la injusticia. «Por trágica que sea en la vida una circunstancia», recordaría lustros después el artista, «nunca falta una nota de humor, así sea de un humor muy negro». Curiosamente, cuando Kulhánek empezó a ser vigilado por la policía política a finales de los años sesenta, trabajaba en la tarea de diseñar algunos billetes para el Banco Nacional checoslovaco.
Billetes checos de 100 y 5000 coronas (1993) con los retratos de Carlos I de Bohemia y de Tomáš Garrigue Masaryk grabados por Miloš Ondráček, previo diseño de Oldřich Kulhánek. Václav Fajt se encargó de grabar las viñetas de los reversosPese al castigo y a las advertencias, Kulhánek, a veces con la ayuda de amigos, otras siendo intrépido y hasta temerario, pudo seguir desarrollando su obra en curso, y hasta se presentó en algunas exposiciones, así y muy señaladamente con anterioridad a la condena, en el homenaje que a uno sus más admirados artistas, Albrecht Dürer, se hiciera en Nürnberg en 1971 por el V centenario de su nacimiento, y al que acudió con el seudónimo de Ulrich Böhm.
A propósito de un ciclo de obras centradas en Franz Kafka (2007), Kulhánek comentó que «nací en Praga, en la ciudad donde el espíritu del escritor está omnipresente. No tengo que especular sobre Kafka. Lo he vivido. He leído su prosa y la he conocido en la realidad. He estado cuarenta años sobreviviendo con naturalidad en el absurdo. El juicio de Josef K. no es ficción ni una visión de un mundo imaginario. Su vida fue mi vida. Sé lo que es ser interrogado por la policía secreta cada quince días durante dos años».
República Checa, 1995; Johannes Marcus Marci, Ferdinand Peroutka y Přemysl Pitter. Sellos diseñados por Oldřich Kulhánek y grabados por Miloš Ondráček. Impresión mixta en calcografía y huecograbadoEn la década de los ochenta, el nuevo horizonte político se empezaba a vislumbrar cada vez con mayor nitidez, y Kulhánek fue progresiva y ferozmente intensificando su estilo brioso y jadeante, expresado muy principalmente en varios ciclos de litografías que terminaron por consolidar su estatus como uno de los artistas checos relevantes de su tiempo.
Llegó entonces enseguida, y casi simultáneamente, su implicación en el diseño de sellos postales y de los nuevos billetes nacionales, ensayados estos últimos en los años postreros de Checoslovaquia, y de inmediato, a partir de 1993, convertidos en los nuevos circulantes fiduciarios de la recién nacida República Checa.
Nominalmente, la obra filatélica conjunta de Oldřich Kulhánek y Miloš Ondráček se inició en 1990 con el sello de Svolinský y concluyó en 2013 con los sellos de Orwell y Wichterle. Entre uno y otros, Kulhánek y Ondráček conformaron, a una media de entre uno y tres o cuatro sellos por año, una obra que hoy tiene caracteres propios y hegemónicos, dentro de la gran tradición artística de la filatelia checoslovaca.
En no pocos de los sellos que diseñó Oldřich Kulhánek en los años noventa, el artista consiguió una integración tan voluptuosa como musical entre las viñetas y las letras del facial, genialidad sorprendente incluso en una filatelia tan libertina como en su historia lo ha sido la checoslovaca. Los sellos de Voltaire y Agricola (1994), o estos tres de Rodolfo II emitidos en 1997 y para los que Kulhánek se basó en unos aguafuertes propios de 1989, dan fe clara de esa inspiración embrujadora.
Miloš Ondráček, en declaraciones posteriores a la muerte de Kulhánek, siempre recordó al maestro querido y amigo. El grabador admiraba a Kulhánek, y como por otra parte siempre hiciera con otros diseñadores, nunca hizo sino fijar puntillosamente con los buriles sus trazos enérgicos y mordaces.
República Checa, 2000 y 2001; personalidades. Vítězslav Nezval, Gustav Mahler y Jan Amos Komenský. Sellos diseñados por Oldřich Kulhánek y grabados por Miloš Ondráček. Impresión combinada en calcografía y huecograbadoDe entre todos los retratos propuestos por Kulhánek, Miloš Ondráček consideraba el de Masaryk de 2000 como el más conseguido. Hay en este grabado del histórico presidente una intensidad reconcentrada y sutil, oblicuamente escrutadora.
En los sellos, se puede decir que Oldřich Kulhánek podó y apresuró su estilo. El espacio es reducido y urge la síntesis y la fluidez tersa y palpable.
Preguntado más de una vez por el hecho llamativo de haber grabado todos los sellos diseñados por Kulhánek menos uno, Miloš Ondráček siempre contestó que «simplemente nos entendíamos a la perfección, él confiaba en mí y yo me sentía honrado de afirmar con mi mano su gran talento».
En la obra de Kulhánek, aún en la extrafilatélica, y por supuesto en los sellos y billetes, así como en los sobres de primer día de circulación, entre las obsesiones más frecuente están sin duda las manos. Las manos de Kulhánek. Las manos del artista. Unas manos huesudas y de largos dedos, encallecidos y anhelosos.
Qué belleza barroca tienen muchos de los sellos y hojitas que hicieron Kulhánek y Ondráček. Esta emisión calcográfica de 2011 recordó a una de las grandes familias de la nobleza de Bohemia, la de los Rožmberk.
En los últimos años de colaboración, pareciera que primero Kulhánek y de inmediato Ondráček, no tuviesen otro fin que colmar y superar la obra en curso.
A principios de abril de 2013, tres meses después de la muerte de Kulhánek, se emitía el sello de George Orwell, y a mitad de octubre, el dedicado a Otto Wichterle. Ambos sellos fueron grabados, claro está, por su amigo Miloš Ondráček. Terminaba una alianza irrepetible en la filatelia, pero sus sellos permanecerán siempre aquí y ahora.
Otros varios Miloš Ondráček
Con ser dos vectores indispensables, Miloš Ondráček no sólo es sellos de arte y sellos de Kulhánek. Hay más. Mucho más. Y en realidad, hay varios Ondráček. El grabador imperturbable y sereno tiene una obra que abarca todo.
Checoslovaquia, 1978; Reloj Astronómico de la Ciudad Vieja de Praga. Hojita y sellos diseñados por Anna Podzemná, y grabados por Miloš Ondráček. Impresión combinada en calcografía y huecograbado (sellos), y sólo en calcografía (hojita)Pues Miloš Ondráček ha grabado sellos de prácticamente todos los diseñadores notables de la filatelia checoslovaca, desde comienzos de la década de los setenta y hasta el presente.
Durante más de 50 años, Ondráček no ha renunciado a nada, ni suyo ni ajeno. Oldřich Kulhánek es quizá la cima, pero cerca están diseñadores como Albín Brunovský, Josef Liesler, Karel Svolinský, Jaroslav Lukavský o Anna Podzemná en sus primeros años de grabador de sellos; Vincent Hložník, Cyril Bouda o Dušan Kállay entonces y alguno después; y más tarde otros artistas de renombre como Jozef Baláž, Zdeněk Netopil o Jan Kavan.
No están adscritos a la serie de arte, pero los sellos de los tapices del Palacio Primacial en Bratislava, todos grabados por Miloš Ondráček, sí que cabalmente, por tema y factura, pueden ser situados en sus aledaños.
Y es que sin pertenecer expresamente a la serie de arte, hay muchas emisiones en la filatelia checoslovaca que por motivos, exigencias e impresión son contiguas.
En este sello concreto de 1980, Miloš Ondráček grabó por separado cuatro placas en total, destinadas en el proceso de impresión sucesivo a los colores amarillo, azul, rojo y negro. El rojo se gradúa dependiendo de dónde se superpone en la impresión calcográfica final y el verde se obtiene cruzando el azul con el amarillo. El grabador es también un ilusionista.
Relevando a los tapices de temporadas anteriores, a razón de dos por año y con idéntico formato, Checoslovaquia emitió estos sellos de estampas y motivos de Bratislava entre 1977 y 1986. Miloš Ondráček grabó un total de 16 sellos de 20, e incluso participó en el diseño de los pocos que no surcó a buril.
En varios de estos diseños de motivos de Bratislava que grabó, Miloš Ondráček eligió en las concepciones obras de arte modernas.
Aún siendo moneda corriente en la filatelia checoslovaca, donde prevalece el estilo de los diseñadores en los sellos conmemorativos, tampoco Miloš Ondráček se sintió nunca coartado por esta, más que exigencia apremiante, deferencia tradicional.
Miloš Ondráček nunca presumió de estilo ni por supuesto pretendió imponerlo. Pero en sus grabados hay algo más que simple técnica puesta al servicio del artista otro. Hay limpidez y delicadeza.
República Checa (1999) y Eslovaquia (2001); Joachim Barrande y 50 aniversario del Instituto Central de Inspección y Pruebas Agrícolas. Sellos diseñados por Jan Kavan y Alexej Vojtášek, y grabados por Miloš Ondráček. Impresión sólo en calcografía (República Checa) y combinada en calcografía y huecograbado (Eslovaquia)«Yo no soy por costumbre tan frondoso como por ejemplo Housa», comentó en cierta ocasión Ondráček, «prefiero la sencillez directa y concisa». Pese a todo, y serie de arte al margen, en algunos sellos, y así en estos retratos de 1990 propuestos por Albín Brunovský, Ondráček no escatimó espesuras.
Donde sí que manifestó Ondráček sus principios elementales fue en los sellos que grabó de los presidentes en curso del país, y esto al margen de la fotografía escogida o de la presencia del diseñador, como en la emisión de Klaus de 2003 (Kulhánek) o en la anterior de Havel de 1998 (Jiří Rathouský).
Sin diseñador y solo, Miloš Ondráček es obcecado y muy precavido. En el sello del presidente Miloš Zeman de 2013, el artista no dio un solo paso en falso. Todo fue fluido y cadencioso, desde la elección de la fotografía del político hasta el grabado austero y equitativo. Estaba previsto que Oldřich Kulhánek diseñara este sello de Zeman, pero su fallecimiento en enero dejó todo, concepción gráfica y grabado, en manos de Ondráček.
Otro apartado a considerar en la obra de Miloš Ondráček es el formado por aquellos sellos en los que el artista sólo dibujó los trazos a pluma simulando el lenguaje del grabado. Y algunos de estos sellos son soberbios, como el de Kafka de 2013 o los de Kállay anteriores.
Con Marina Richterová realizó Miloš Ondráček dibujos lineales de algunos de sus sellos, y también algún que otro grabado a buril, así el del escritor Bohumil Hrabal de 2014.
A la izquierda y en el centro sobre estas líneas, dos entibaciones distintas de Miloš Ondráček en sendos diseños de Marina Richterová: dibujo lineal en el sello de Kafka (República Checa, 2013; impresión en offset) y grabado a buril en el sello de Bohumil Hrabal (República Checa, 2014; impresión mixta en calcografía y huecograbado). A la derecha, sello de la Cruz de Záviš emitido por la República Checa en 2013, diseñado y grabado por Miloš Ondráček; impresión en calcografía. Para confeccionar este sello de la Cruz de Záviš, Ondráček se desplazó al lugar donde estaba la reliquia, la fotografió desde todos los ángulos posibles, y después trazó el diseñó y lo grabó seccionado en cinco placas diferentes, que transferidas a las planchas de impresión planas calcografiaron finalmente los colores amarillo, rojo, marrón, azul y negroLo que consigue Ondráček con estos dibujos es endurecer y clarificar el diseño original del otro artista. El verbo del grabado es poderoso incluso en un fingimiento borroso y lejano.
Si con algún diseñador ha coincidido Miloš Ondráček en sus últimos años de carrera, ese es sin duda Jan Kavan. Ya Kulhánek señaló a Kavan como su relevo ideal en la filatelia checa en orden de primacía, y Ondráček ha tenido la fortuna de grabar algunos de sus diseños más fastuosos.
Jan Kavan nació el 8 de marzo de 1947 en Zlín y se graduó en la Academia de Artes, Arquitectura y Diseño de Praga. Diseñó su primer sello en 1997 y es también un gran ilustrador y un reputado creador de ex libris, carteles y otras obras gráficas y artísticas. Kavan cree que «el espacio de un sello es tan sugerente y apropiado como cualquier otro para la libre y personal expresión artística».
Miloš Ondráček, poco propenso a entrevistas, suele ser discreto y esencial. «Me alegro de haber vivido todavía en una época en que el sello grabado era preferible y apreciado», dijo el grabador con sinceridad en plena madurez. «Quién sabe, tal vez seré con el tiempo uno de los últimos grabadores con una obra desarrollada durante cuatro o cinco décadas».
En 2016, mientras recogía un premio por uno de sus sellos, Ondracek admitió con pesadumbre y causticidad que «hay menos grabadores ahora que hace 40 años. Los sellos grabados están abandonando gradualmente el mundo y son reemplazados por tecnologías más baratas. Por supuesto, la tradición de los sellos grabados tiene su encanto. Es una técnica gráfica clásica. Hoy en día, la transferencia fotomecánica a menudo da como resultado sellos de mala calidad, vulgares, a veces sólo fotografías acompañadas de texto. Desde luego los hay muy meritorios, pero muchos sellos actuales no son más que pegatinas promocionales».
A finales de 2021, cuando ya la obra de Miloš Ondráček parecía terminada, aún el grabador, con 85 años bien cumplidos, volvió a tomar los buriles para una atractiva hojita diseñada por Karel Zeman. Y comenzando 2022, Ondráček grabó un diseño sencillo de Milan Bauer de la ya mítica máquina de imprimir Waite & Saville, y en 2024, refrendó levemente una concepción colorida de Josef Dudék (Litovelské Pomoraví). Su obra venerable no tiene fin.
